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A Manuel Lavao y Cleiddy Arroyo jamás se les olvidará la tarde noche del pasado jueves 16 de enero. Eran sobre las 19.30 horas cuando ella estaba tranquilamente en el sofá viendo la televisión y él se había echado en la cama a dormir. «Escuché ladrar muy fuerte a los perros y salí, entonces vi que venían cinco hombres encapuchados, me cogieron y me taparon la boca, metiéndome para dentro a una habitación», ha relatado la mujer. Ambos fueron víctimas del violento robo que investiga ya la Policía Nacional, ocurrido el pasado 16 de enero en su cortijo situado entre el polígono La Pañoleta de Vélez-Málaga y Torre del Mar.
Aunque uno de los cinco asaltantes llevaba una especie de 'pata cabra', no les llegaron a golpear con ella. «Empezaron a darnos tortazos y a decirnos que les dijéramos dónde estaba la caja fuerte, que teníamos dinero seguro, pero no tenemos caja fuerte. Rápidamente les dimos los alrededor de seis mil euros que teníamos en metálico, pero insistían con la caja fuerte», ha manifestado a SUR esta dominicana de 41 años. Su marido, de 87, fue despertado violentamente por los ladrones, que también lo amordazaron y maniataron de pies y manos.
«Me amenazaron varias veces con cortarme los dedos y a ella con violarla», ha rememorado Lavao, empresario jubilado del sector agrícola, muy conocido en la capital de la Axarquía. «He vivido en Francia, Holanda, Bélgica, Sudáfrica, Argelia y la República Dominicana, y jamás en mi vida me había pasado algo así», ha admitido Lavao, que durante 25 años tuvo una churrería en la céntrica calle Las Monjas de Vélez-Málaga, por lo que su apodo en la localidad es 'Churrero'.
Manuel Lavao
Víctima del robo en su cortijo
«A mí me conoce mucha gente en Vélez-Málaga, pero no sospecho de nadie, no tengo deudas con nadie, pero estos ladrones se veía que sabían a dónde venían, venían a por mí, porque uno de ellos estaba hablando con otro por teléfono, era un compinche seguro», ha asegurado Manuel Lavao, quien por el miedo que pasaron y la pesadilla que vivieron han decidido dejar de vivir en este cortijo, donde llevaban instalados desde la pandemia del Covid-19 en 2020.
Los ladrones cerraron las puertas y las ventanas y apagaron todas las luces de la vivienda, para no despertar sospechas. Las csas más cercanas están a apenas cien metros, pero los vecinos no pudieron socorrerles. «Nos dieron dos ataques de ansiedad, y los ladrones nos dieron algo de agua cuando vieron que mi marido se había desvanecido», ha relatado Arroyo mientras recorre las distintas estancias de la vivienda, todavía con restos muy visibles del desorden que provocaron los asaltantes.
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Ha pasado una semana y la pareja trata de reponerse y de pasar página de la pesadilla que vivieron aquella tarde. «Ya hemos arreglado mucho, pero aún así mira como está todo revuelto y destrozado, nos sacaron hasta la comida de la nevera y del congelador», ha manifestado Lavao mostrando los destrozos en uno de los cajones del frigorífico.
A pesar de que les dieron todo el dinero que tenían en metálico y les dijeron donde estaban las joyas, los ladrones seguían insistiendo en la caja fuerte. «Venían a tiro fijo», ha apostillado Lavao. «Era un desastre, nos vaciaron los armarios de los cuartos, del baño, buscando más dinero», ha relatado Arroyo. «Hablaban en árabe», ha apostillado la mujer de origen dominicano.
El matrimonio trata de reponerse del calvario que vivieron hace unos días. «Ha sido muy traumático, muy desagradable, a mis casi 88 años no creo que me merezca esto, pero bueno, las cosas vienen cuando vienen», ha expresado Lavao. «Tuve que ir al médico porque me podría dar un nuevo ataque de ansiedad, y me han recetado pastillas», ha añadido su mujer, todavía muy afectada por el suceso.
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