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Los jefes de la UPR en el encierro de El Rico y la Virgen del Amor. Salvador Salas Vídeo: Pedro J. Quero

Una noche de patrulla con los 'guardianes' de la Semana Santa en Málaga

SUR acompaña a la Unidad de Prevención y Reacción de la Policía Nacional, que blinda la capital ante la posibilidad de un ataque terrorista o una avalancha

Viernes, 18 de abril 2025, 00:57

Son las nueve y media de la noche en la Comisaría Provincial de Málaga. El inspector Mazu se santigua antes de salir. Aunque están preparados para hacer frente a situaciones extremas, como un atentado terrorista o una avalancha, reconoce que «nunca se sabe qué puede pasar en la calle». Hace once años que un individuo apuñaló a un compañero que procedía a identificarlo. Horas más tarde, falleció en el hospital. Se llamaba Francisco Díaz Jiménez (todos lo conocían como Paco) y un retrato en la entrada del despacho del Grupo II de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) lo recuerda todavía hoy.

Enfundan armas y se colocan los chalecos antibalas. Su misión esta semana es blindar el centro de la capital para que el desfile de las cofradías por el recorrido oficial transcurra con normalidad, y que los devotos y curiosos que se acercan a contemplar los tronos cuenten con la tranquilidad de quienes los protegen. Se citan a las ocho y media en base y, tras una reunión de mandos, el jefe del operativo da las instrucciones a una veintena de efectivos para su despliegue. SUR los acompaña.

Algunos de los agentes se establecen en puntos fijos-que, por seguridad, no se pueden desvelar- con el equipamiento necesario para frenar un posible ataque terrorista, pues cabe recordar que el nivel de alerta en el territorio nacional es todavía alto (escala cuatro sobre cinco). «Cuando las alertas se mantienen mucho en el tiempo la gente se relaja como es normal, pero nosotros nunca bajamos la guardia, por fortuna. Estamos equipados de armas largas para parar rápidamente a un vehículo si tuviese la intención de arrollar», apunta el inspector.

En el dispositivo, otros policías son comisionados para llevar a cabo labores de escolta y protección de los tronos en los distintos recorridos. A pesar de que coinciden en que «cada vez se dan menos incidentes durante las procesiones», explican que no pueden «bajar la guardia»; como ejemplo, el individuo que arrojó una garrafa de agua el Lunes Santo al Cristo de la Crucifixión cuando la cofradía se acercaba al recorrido oficial.

Ese mismo día, unas horas más tarde, una joven de unos 20 años gritaba entre la marabunta que le habían tocado el pecho, lo que llegó a oídos de los policías locales, que terminaron arrestando al sospechoso. De esta manera, resulta necesario que otros tantos miembros de la UPR sean destinados a patrullar la zona para intervenir en caso de conflicto. Por su parte, el equipo de mando, compuesto por el jefe, un inspector en prácticas y un subinspector, comprueban de manera itinerante que los puntos están constituidos de forma correcta.

«Un detenido por lesiones», comenta José, el segundo del grupo segundos después de ser informado por la radio. Son las diez de la noche y ponen rumbo a la plaza de la Merced. La ambulancia evacúa al hospital a una mujer que, supuestamente, ha recibido varios golpes en la cara por parte del presunto responsable, que le ha arrancado al menos un diente. «Es conocido nuestro y parece que ha sido todo por un cigarro. Él se lo ha pedido, ella le ha dado en la nariz y él ya la ha emprendido a puñetazos», cuenta uno de los policías. El presunto agresor, holandés y en situación de calle, es trasladado por un 'zeta' a dependencias policiales.

Salvador Salas
Imagen principal - Una noche de patrulla con los 'guardianes' de la Semana Santa en Málaga
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Imagen secundaria 2 - Una noche de patrulla con los 'guardianes' de la Semana Santa en Málaga

Los agentes de la UPR continúan la jornada. «Poneos ahí y sacad el DNI». Paran a dos jóvenes. A uno de ellos lo han detenido varias veces en Cruz Verde, explican; al otro, no lo tienen fichado. Comprueban si el primero tiene alguna requisitoria. «Nada, una orden de alejamiento». El segundo, no lleva documentación encima. Le piden que escriba su nombre en una libreta. «Si no nos ha engañado, no tiene nada, limpio». Ambos continúan la marcha. Son las once y a los jefes les toca supervisar los encierros.

Se abren paso, en fila, entre las abarrotadas calles, rumbo a Dos Aceras, donde la hermandad de La Sangre pone fin a su recorrido. Los responsables de la cofradía piden al público que de pasos para atrás para que el trono pueda girar y entrar de espaldas a la casa hermandad. «Nosotros nos desplegamos y cogemos buenas posiciones por si pasara algo, pero la experiencia me ha enseñado que el trabajo lo hace el trono. Cuando la gente ve que los varales se acercan a ellos se van para atrás», explica el subinspector José. «Tenemos que buscar el equilibrio entre que la ciudadanía mantenga su cercanía con las imágenes y que no ocurra un incidente», defiende.

Ya es de madrugada. Los policías de la UPR encaran la recta final del servicio con el penúltimo encierro, el de Jesús El Rico y María Santísima del Amor, junto con la Unidad de Intervención Policial (UIP), cuyo coordinador asegura que la Semana Santa está yendo «de maravilla gracias a la planificación» de los distintos grupos de Policía Nacional, en colaboración con la Guardia Civil, Policía Local, el cuerpo de Bomberos, Protección Civil y los servicios sanitarios.

El inspector Mazu es católico, aunque no «mucho de Semana Santa». Tiene devoción por El Cautivo porque su vecino lo vistió durante muchos años. Pero, entre petaladas, marchas y alaridos de esfuerzo de los portadores, es difícil no encontrar la belleza. «Es increíble», comenta, rodeado de decenas de agentes de Policía Nacional, que acompañan en procesión a El Rico. «Gracias a dios» la noche termina sin incidentes graves que lamentar.

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