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El detenido, con agentes de la Policía Nacional en la reconstrucción de los hechos. SUR

Crimen de Natalia, la mujer decapitada en Marbella: la confesión de su exnovio a la policía

El hombre, casado y con dos hijos, mantuvo una relación con la víctima durante cinco meses y fue condenado por maltratarla

Juan Cano

Málaga

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Viernes, 13 de enero 2023, 00:42

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Lo negó desde el primer momento. A cada pregunta, una evasiva. Leonel H., colombiano, 45 años, ganaba tiempo con las respuestas, que la Policía Nacional se encargaba de comprobar y desmentir. El plazo de 72 horas se agotaba, pero también sus coartadas.

Cercado por sus propias mentiras, acompañó a los agentes hasta la playa donde el pasado domingo 8 de enero se encontró el cadáver de una mujer decapitada, sin manos y con un amplio corte en el abdomen. Allí, intentó escabullirse por última vez y hasta hizo un intento vano de culpar a otro. Fue su último paso en falso antes de derrotar.

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Los laboratorios del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil aún seguían trabajando en el ADN cuando el misterio fue desvelado. Leonel terminó por confesar que el cadáver mutilado era el de su exnovia, Natalia M., una mujer de 45 años y de origen colombiano con la que había mantenido una breve relación, de apenas cinco meses de duración, que acabó en denuncia -y condena- por malos tratos.

A Leonel le cayeron seis meses de prisión -la Fiscalía accedió a suspenderle la pena a condición de que no volviera a delinquir- y otros 16 meses de alejamiento respecto a la víctima, según informaron fuentes judiciales.

La familia, que había visto en redes sociales los vídeos grabados del cadáver descuartizado en la playa, estaba en lo cierto. Un hermano creyó reconocer en aquellas imágenes la fisonomía de Natalia y así lo contó en la comisaría de Marbella, donde presentó la denuncia por su desaparición y subrayó que ella era víctima de violencia de género.

Los investigadores de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional intuían que podían estar en lo cierto, pero había que comprobarlo. Y sólo había dos maneras: el ADN o la confesión del sospechoso.

La mañana del lunes, después de un día completo sin conocer el paradero de Natalia, los policías procedieron a la detención de Leonel. La denuncia del hermano de la mujer les dio la llave para hacerlo: el hombre les contó que el exnovio había seguido molestando a Natalia, a la que había estado llamando por teléfono pese a tenerlo prohibido por un juez.

Leonel ingresó en los calabozos por quebrantamiento de condena, pero su estancia fue más larga de lo habitual. Si en estos casos la puesta a disposición judicial es casi inmediata, aquí había que agotar el plazo máximo legal de 72 horas.

Mientras Leonel ganaba tiempo con mentiras y coartadas que se iban desmoronando, la Policía hacía lo propio manteniéndolo en los calabozos mientras la Guardia Civil cotejaba el ADN. Los agentes recogieron muestras de la vivienda de Natalia y las enviaron de forma urgente a los laboratorios de Madrid para compararlas con el perfil genético extraído del cadáver de la playa.

Sin embargo, la confesión llegó antes. En la playa, al caer la tarde, custodiado por una decena larga de agentes, Leonel acabó contando la verdad. Declaró que un amigo -cubano, también detenido- los llevó en una furgoneta hasta esa playa. Allí, ambos se quedaron solos y, por razones que aún no han trascendido, la mató con un cúter.

Gesticulando con sus manos esposadas, el autor confeso del crimen explicó a los policías el lugar donde lo hizo y cómo arrastró su cuerpo hasta la orilla para arrojarlo al mar. Los investigadores tratan ahora de determinar el papel y la supuesta participación del amigo, que pasará hoy a disposición judicial, inicialmente como coautor. La furgoneta ha sido localizada e intervenida en Madrid.

La hipótesis policial es que acabó con la vida de Natalia porque no quería volver con él. Al parecer, le amputó la cabeza y las manos para impedir que fuese identificada, y le hizo el corte en el abdomen para evitar que los gases sacaran a flote el cadáver.

El plan no salió como esperaba, porque el caprichoso oleaje empujó el cuerpo de Natalia hasta la orilla de la playa ese mismo día frente a un restaurante de la urbanización Marbesa, cuyos clientes dieron la voz de alarma al 091 de la Policía Nacional. La identificación, que se antojaba compleja, se aceleró, paradójicamente, gracias a los vídeos que éstos grabaron.

Ahora, el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil busca en el mar las partes del cuerpo amputadas, mientras que la policía inspecciona la zona de la playa. El caso se da prácticamente por cerrado con estas dos detenciones, aunque a la espera de escuchar la versión del amigo detenido. Finalmente, de la causa se ha hecho cargo el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Marbella.

Leonel, que ya duerme en prisión acusado de asesinato y quebrantamiento de condena, aterrizó en la provincia de Málaga la primavera del año pasado de la mano de un constructor que lo trajo desde Valencia para trabajar en la reforma de una vivienda en Marbella.

Tras un desacuerdo entre los dueños de la propiedad y el empresario, éste habría dejado la obra a medias y, dicen, abandonó a Leonel a su suerte, que no tenía dónde vivir. Durmió temporalmente en la casa a medio reparar y, posteriormente, la propia familia lo ayudó y le dejó una habitación para que no se quedara en la calle.

Las personas que frecuentó en esos meses lo definen como un hombre cariñoso y servicial, aunque también apuntan que siempre les llamó mucho la atención su «incontinencia verbal» con las mujeres, a las que dedicaba constantes piropos.

Hace un par de meses, su mujer viajó de Colombia a España y se instaló en la misma habitación que la familia le había dejado. Al parecer, ella llegó a enterarse de que Leonel mantenía una relación con Natalia, y según cuentan en el entorno de la pareja, no lo aceptó.

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