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El considerado por la Policía como el cerebro de Los Dalton, una familia de atracadores de Málaga al estilo de los forajidos hermanos dedicados a este «oficio» que protagonizaron películas, tebeos y hasta una serie de televisión, se ha sentado de nuevo en el banquillo de los acusados, junto a un primo, por el asalto a la sucursal de Bankinter de la avenida de Andalucía en abril del pasado año. David L. L.-apodado como 'El Oreja'- ha reconocido que llevaba una pistola simulada con la que intimidó a trabajadores y a clientes, que los obligó a meterse en una habitación y que logró un botín de 73.000 euros. Si bien, ha defendido que «estaba malo» con «abstinencia» y que, antes de que los agentes accedieran a la oficina, tuvo «un momento de lucidez», desistió y se tiró al suelo.
Era 19 de abril. Media mañana. Los servicios de emergencias recibieron una llamada que alertaba del atraco en la entidad. Dos policías locales acudieron al aviso y , al llegar, echaron un vistazo a través de la cristalera de la sucursal. Observaron en el interior a una mujer que corría a esconderse a un despacho mientras les hacía señas. Desde uno de los laterales del banco, también vieron a dos empleados que parecían asustados e igualmente les hacían señas. Decidieron entrar. Numerosos efectivos, de Policía Local y Nacional, ya habían cercado el banco.
Del relato policial se desprende que los procesados no tuvieron escapatoria. Sin embargo, ellos mismos han asegurado este lunes ante la Sala del Juzgado de lo Penal número 3 que tuvieron «un momento de lucidez», se arrepintieron, se desprendieron del «disfraz» que vestían y se tendieron en el suelo hasta que los policías entraron.
Aunque David ha asegurado tener «flashes» de aquel día, ha contado que se encontraba mal porque «necesitaba consumir» y que se encontró con su primo. «Le dije que me invitara, me dijo que no tenía y buscamos la manera de seguir consumiendo». Ha confesado que para llevarlo a cabo hizo uso de «una pistola de fogueo» modificada, de «hierro» y «sin munición» que un amigo de Sevilla le había dado «hace mucho tiempo». La exhibió al acceder a la oficina para intimidar a los trabajadores, pero no empleó «una violencia excesiva». «Los empleados los pobres en cuanto ven que saco el arma se asustan».
Tras acceder a la sucursal dejaron una nota: «Oficina fuera de servicio» y se repartieron las funciones. Siempre de acuerdo con su testimonio, su primo Alejandro L. C. se quedó controlando a la gente en una de las habitaciones del establecimiento mientras él «daba vueltas» en busca de dinero. En total, consiguió hacerse con un botín que superaba los 70.000 euros. Sin embargo, en esa situación y «en medio de tanta gente», ha declarado que se sintió mal, y que decidió quitarse la mascarilla y tirar el arma.
Alejandro, por su parte, ha defendido que el día de los hechos «estaba de aquella manera», que se le había «ido la cabeza» porque habían muerto su mujer y sus padres. Con cuatro hijas a su cargo y una discapacidad, ha explicado que consumía unos 200 o 300 euros al día de cocaína y que el atraco surgió de manera espontánea para costear sus vicios. Pero, que terminaron rindiéndose al arrepentirse.
La Fiscalía, por su parte, solicita para cada uno -que permanecen en prisión provisional- una pena de tres años y medio de prisión por su presunta responsabilidad en un delito de robo con violencia.
El de David no es el perfil habitual del atracador de bancos: ha estudiado Derecho y es aficionado a la lectura y los deportes de contacto. Pero, según cuentan quienes lo conocen, ama por encima de todo el 'bon vivant': restaurantes de moda, hoteles caros y viajes a lugares paradisíacos. La fuente añade: «No creo ni que lo haga por dinero».
Su historial delictivo arranca cuando aún era menor de edad y suma una decena de detenciones. El último antecedente data del 25 de febrero de 2019, cuando cayó junto a parte de la banda -y toda su familia- en una operación de Policía Nacional y Mossos d'Esquadra que se saldó con 13 arrestados.
En noviembre de 2020, la Sección Primera de la Audiencia Provincial condenó a David, a su hermano y a dos compinches a cuatro años de cárcel -la sentencia se alcanzó de conformidad- por el atraco a una sucursal de Bankinter situada en Marbella, a la que habían accedido previamente mediante un butrón.
Una vez dentro, apuntaron con una pistola detonadora a cinco empleados del banco, a los que exigieron la palabra clave de la alarma y que abrieran la caja fuerte. Los trabajadores, asustados, obedecieron e introdujeron, bajo sus órdenes, el dinero de la caja en bolsas de plásticos. Se apoderaron de 214.235 euros.
Tras escapar del banco, utilizaron una radial para intentar abrir varias cajas de seguridad sustraídas del banco. Lo lograron con una de ellas y se apoderaron de otros 50.000 euros en efectivo, dos relojes de la marca Pattek Philippe, otro de la marca Omega y varias joyas que fueron tasadas en 117.000 euros.
David y su hermano guardaron parte del dinero y joyas sustraídas en una finca de Cártama propiedad de sus padres. Estaban enterradas -no fue fácil para la policía localizarlas- y escondidas dentro de una nevera de la playa y dos cofres de metal. Allí había cerca de 60.000 euros en efectivo procedentes de robos.
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