Rafael Flores, el aventurero que ha hecho de su pasión por la naturaleza su oficio
«La verdad es que me siento un privilegiado porque hago lo que más me gusta, estar en la naturaleza», afirma
Su padre aún se lleva las manos a la cabeza porque su hijo Rafael se gana la vida llevando gente al campo. En 2015 decidió ... emprender con su propia empresa de turismo activo, RF Natura, que le da para vivir. De pequeño, Rafael Flores parecía que estaba destinado a otra profesión bien distinta. Sin que estuviera escrito en ninguna parte, tanto él como su hermano estaban abocados a continuar con la taberna que hace más de un siglo abrió en el centro de Ronda su abuelo y que continuaron su padre y su tío, el emblemático restaurante Flores.
Pero, estando en el establecimiento junto a su hermano y a su padre, Rafael se plantó. Aquello no era lo que quería. A su padre no le sentó nada bien y su hermano Manuel dejó de hablarle un tiempo. No es que le disgustara el negocio familiar de la restauración. Más bien tuvo una oferta, para él tentadora, en la editorial La Serranía, de su amigo José Manuel Dorado.
«Ahí hice de todo, escribir guías, labores comerciales, crear puntos de venta», recuerda Rafael Flores. Para él era mucho más que un puesto de trabajo: «Estuve doce años y fueron de los más productivos de mi vida».
Mucho antes, con tan sólo nueve años, fue seducido por la naturaleza que rodea a la monumental Ronda: la Sierra de las Nieves, los valles del Genal y del Guadiaro. La Serranía, en definitiva.
Con esa edad empezó a hacer sus primeras excursiones junto a un tío segundo político que veraneaba en Ronda. El marido del primo de su madre había hecho años antes la milicia universitaria en Ronda, donde tuvo ocasión de hacer maniobras e incursiones por los notables parajes serranos. Y cada verano los compartía con Rafael.
Ahí comienza la vida aventurera de Rafael Flores, que encontró su verdadera pasión en las sierras y los ríos de su entorno. Aún recuerda la primera vez que, siendo un crío, vio un pinsapo en la Sierra de las Nieves: «Me puse como loco, me fui corriendo para él, para tocarlo e incluso abrazarlo».
Aquel niño esperaba cada verano con ansia. No para ir a la playa sino para descubrir nuevos enclaves que ver y disfrutar en la Serranía. En aquella época no había ni senderos homologados ni mucho menos aplicaciones móviles con GPS para orientarse. Sólo los mapas militares con las que su tío preparaba cada una de las excursiones. Así, fue de la Cueva del Gato, donde con tan sólo nueve años pernoctó al aire libre por primera vez, hasta la cima de (La) Torrecilla, donde ya ha subido más de un centenar de veces. Eso sí, la ocasión que más recuerda es la subida que hizo con su mujer, Patro, y su hijo Rafa, que hoy tiene en el salvapantallas de su ordenador. Para él, esta cumbre es «el amigo que nunca le falla».
Pasó la juventud explorando ávidamente los rincones de la Serranía, Así fue como conoció a Patro, activista de la asociación ecologista de Silvema, a la que se declaró en la Huerta Perdida, junto a las Buitreras del Guadiaro. Rafael lo hizo todo bien, menos esperar la respuesta. «Era tan tímido que después de decir mi frase salí corriendo para Ronda sin ni siquiera escucharla», rememora. Ella, que lo tuvo que perseguir varios días para decirle que sí, ha sido su gran apoyo moral todos estos años.
Los efectos de la crisis y problemas personales de los propietarios hicieron que la editorial La Serranía se tambalease a partir de 2008. Pocos años después, Rafael, a su pesar, se tuvo que desvincular de la empresa de José Manuel Dorado, con el que sigue manteniendo una sólida amistad.
En 2011, su amiga Isabel Barriga lo convenció para que entrara en la política local en Ronda. Fue concejal delegado de Medio Ambiente y Montes durante cuatro años. En la siguiente legislatura perdió la ilusión y puso el fin a su paso por la política en 2019.
Antes, en 2015 había puesto en marcha RF Natura, su propia empresa de turismo activo. «Los tres primeros años no fueron fáciles, pero después la cosa ha mejorado», explica. Ha logrado hacer de su ocio, negocio: «Me siento un privilegiado porque hago lo que más me gusta».
En el confinamiento Rafael Flores, por su profesión, ha sido de los pocos que ha podido tener un salvoconducto para salir al campo. Pero, también ha aprovechado el tiempo para preparar un nuevo libro, muy personal e incluso nostálgico, que saldrá este otoño con la editorial La Serranía. Titulado 'Crónicas montañeras desde el confinamiento', recopila no sólo una veintena de las excursiones que le dejaron huella y grandes anécdotas sino también que deja espacio para hablar de sus compañeros en la sierra, «muchos de ellos muy buenos amigos».
Rafael también dice que hay tres personas que han influido mucho en su trayectoria: el profesor Paco Marín, el maestro José Antonio Castillo y Carlos Guerrero.
La asociación Pasos Largos
Uno de los grandes hitos de la vida de Rafael Flores, es la asociación senderista Pasos Largos, que fundó con su amigo Andrés Rodríguez. A los pocos meses de ponerla en marcha se hizo cargo de la presidencia, que ostentó casi una década y media.
Más que del puesto, Rafael se siente especialmente orgulloso de lo que hizo aquel colectivo por el turismo en la Serranía de Ronda. Además de ser un referente en rutas de senderismo, iniciaron vías ferratas y empezaron a hacer barranquismo.
Pasos Largos, que pasó a ser un club federado, se acerca a su primer cuarto de siglo de historia con más de dos centenares de socios, lo que lo convierte en uno de los colectivos más importantes del turismo activo en Andalucía.
Flores recuerda con cariño también que iniciaron salidas al campo con los hijos de los socios, a los que pudieron inculcarles pasión por la sierra. Entre ellos, estaba su hijo Rafa, que ahora, junto a él recorre las vías ferratas de la Serranía de Ronda.
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