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Lo más normal era esperar unas dos horas, que en ocasiones podían ser hasta tres o en cambio sólo una... En lo que todas las familias coincidían, al menos hasta hace no mucho, era en la necesidad de aguardar un tiempo después del almuerzo antes de bañarse en la playa o en la piscina para facilitar la digestión en verano. Sin embargo, esta situación tan cotidiana, que ha sido protagonista de numerosos debates e incluso de monólogos humorísticos.. ¿se trata de un mito o de una realidad? ¿Es necesario esperar de verdad?
La OCU destaca que introducirse de golpe en agua muy fría puede dar lugar a una «bajada brusca de la tensión arterial», lo que puede acarrear mareos, malestar general, náuseas, debilidad e incluso pérdida de conocimiento, con el consiguiente riesgo de ahogamiento. Y no solamente eso, sino que casos muy extremos en los que incluso se puede llegar a sufrir una parada cardiorrespiratoria; es lo que se llama síndrome por inmersión o hidrocución. Las probabilidades de sufrir una reacción de este tipo aumentan cuanto más fría esté el agua y por el contrario, más caliente esté nuestro cuerpo. Para evitar consecuencias no deseadas con el popular 'corte de digestión' es recomendable, según la Organización de Consumidores, tener en cuenta una serie de recomendaciones.
1Evitar la combinación de estos tres factores: agua muy fría, cuerpo caliente y entrada de golpe en el agua.
2Después de comer, sí podemos bañarnos, pero hay que entrar con cuidado: nada de zambullidas bruscas. Es mejor entrar al agua poco a poco y mojándose el cuerpo por partes más que tirarse de sopetón, para ir acostumbrándonos a los cambios de temperatura. Y por supuesto, olvidarse de hacer ejercicio intenso en las horas de más calor.
3Menús ligeros frente a comidas copiosas. Con temperaturas altas es preferible optar por alimentos ricos en agua y fáciles de digerir. Y mejor si se evita el alcohol, ya que el riesgo que provoca la ingesta excesiva se aentúa con los bañistas.
4Dosifica tus fuerzas: si estás en la playa, no te alejes mucho mar adentro. Si puedes bañarte acompañado, mejor, especialmente en zonas que no conozcanos demasiado. En el caso de las piscinas, es preferible no irse a la parte más honda desde el principio.
-Si estás en el agua y empiezas a encontrarte mal, sal enseguida.
-Si notas frío, náuseas, zumbido de oídos o siente un cansancio repentino y no puedes salir del agua, tratar de pedir ayuda a alguien.
-Una vez fuera del agua, permanece un rato en reposo, mejor tendido con las piernas en alto para asegurar el flujo de sangre al cerebro, aunque en ese momento tengamos la tensión baja.
-Si no te recuperas, habrá que pedir ayuda al socorrista, a los servicios de vigilancia o llamar al 112.
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