La cara más cruel de la tragedia: la pérdida de menores

El cuerpo sin vida del padre también fue hallado y se continúa buscando el de la madre. Los cadáveres de padre e hijo fueron trasladados a la morgue instalada en la Ciudad de la Justicia de Valencia. Por el momento se desconoce su identidad y su procedencia. La cantidad de agua y lodo que dejó la avalancha y que arrastró al menor y a su padre a esta zona cercana a la A3, ha impedido que hasta ayer pudieran ser hallados.

Vidas segadas por un mismo drama en distintos puntos de las comarcas que abarcan la catástrofe. El niño de 4 años de Sot de Chera, en los Serranos, murió tras derrumbarse parte del edificio de cuatro plantas en el que vivía. Estaba junto a su padre, mirando por la ventana la intensidad con la que estaba lloviendo en ese momento. El lugar donde uno siempre se cree seguro, el hogar, se convirtió en su tumba. El padre continúa desaparecido. Su madre y su hermana, que también estaban en la vivienda, pudieron salvar la vida.

Durante todo el 30 de octubre estuvieron amigos de Antonio y su familia haciendo un llamamiento por redes sociales, buscando a su mujer y su bebé de tres meses. Los tres volvían de visitar a un familiar cuando la tromba de agua les sorprendió en una rotonda de Paiporta. Vio cómo se las llevaba la corriente subidas en un coche sin poder hacer nada. Fueron encontradas ese mismo día muertas. Gracias al SOS lanzado por sus amigos, la Policía pudo identificar a madre e hija. Una vida truncada con tan solo tres meses.

En Torrent   lamentan la muerte de otros dos menores. Viajaban con su familia, sus padres y otra hermana, en su vehículo por la zona del puente de Alaquás cuando fueron arrastrados por la corriente. Los menores no pudieron salvarse y sus cuerpos fueron encontrados al día siguiente, el 30 de octubre, en un campo de naranjos.

Al drama de esta familia, rota ya de por vida, se suma la desesperación por otros dos niños vecinos de Torrent: Izan y Rubén. Su abuela Antonia dio a conocer públicamente su desaparición y desesperación por considerar que no se estaban poniendo los medios necesarios para buscarlos y encontrarlos, después de que la avalancha de agua les arrastrara cuando estaban en casa con su padre.

Desde el ayuntamiento explican que desde el primer momento que se tuvo conocimiento, se puso en marcha un amplio dispositivo con bomberos, agentes de la Policía Local y voluntarios y se trabaja sin descanso para localizarlos. El dron de la Policía no ha parado de revisar la zona en busca de los menores y también se ha rastreado con perros.

Al dispositivo municipal se suma el del resto de cuerpos y fuerzas de seguridad y militares que están participando en las labores de búsqueda de todos los desaparecidos y que están distribuidos por los municipios damnificados. En los días que llevan trabajando, la búsqueda ha sido infructuosa y ayer se decidió empezar a excavar con maquinaria apropiada el lodo existente en todo    el entorno de la vivienda donde les pilló la gran corriente de agua por si pudieran estar allí enterrados.

Según explicó en los primeros días su abuela, Antonia Jiménez, en varios medios, la última vez que vio a sus nietos fue en su casa, donde habían estado almorzando. Luego su padre los recogió ante la previsión de que iba a llover mucho. Fue sobre las seis de la tarde, estando ya en la vivienda, cuando se quedaron sin luz eléctrica y poco después la casa se les cayó encima, entrando el torrencial de agua que arrasó la casa.

Su hijo, padre de los menores, intentó agarrar a los niños pero se les escaparon de la mano. Él pudo sujetarse a un árbol donde permaneció varias horas hasta que pudo ser rescatado por un vecino. Cada día que pasa la esperanza de encontrarlos con vida entre estos familiares y del resto de desaparecidos va siendo escasa y solo les queda el deseo de poder hallar sus cuerpos para darle digna sepultura.

Pero hay historias que dan luz a esta dantesca situación. Como la de un profesor de una academia de Paiporta que salvó a sus alumnos cuando el agua entraba sin parar al edificio. Sacando fuerzas de donde no podía, puesto que el agua le llegaba ya por la cintura y después de subir a los niños en las mesas, pudo romper el cristal de la puerta con la pata de una mesa y formando una cadena humana con otros profesores y los dos alumnos de mayor edad (11 años), fueron sacando y poniendo a salvo a cada uno de ellos.

También hay milagros. Algunos, como los relatados anteriormente, en los que se han salvado niños, con la dramática paradoja de que se han quedado sin hermanos. Otros como los de una madre de Pedralba que antes de que el agua pudiera ahogarlos, pudo sacar a sus hijos de 9 y 11 años de la zona de más peligro y resguardarlos en una caseta de aperos hasta que pudieron ser rescatados. A pesar de que lo perdieron todo, Valentín y Alejandro (a ellos sí les podemos poner nombre) salvaron la vida y sus padres también. Alejandro nació el 3 de noviembre y por fortuna pudo cumplir el pasado domingo los 12 años, pero también ha vuelto a nacer.