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Sr. García .

23 abril 1997

CRUCE DE VÍAS ·

Muntaner 38 y sus fantasmas me siguen persiguiendo a través de los años. A menudo, se producen mágicas coincidencias

Sábado, 23 de abril 2022, 00:00

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Tal día como hoy hace 25 años estuve en Barcelona dedicando ejemplares de la novela 'Muntaner, 38' a los amigos de mis padres que no ... habían muerto y a los inquilinos de esa calle que atraviesa la ciudad desde los barrios altos hasta la Ronda de San Pedro. Las calles con los números en los portales de los edificios y en los correspondientes pisos me recuerdan las claves de las cajas fuertes. Calle Muntaner tiene cientos de números secretos. Al abrir las puertas nos encontramos con grandes sorpresas. Durante los años que han trascurrido desde aquel 23 de abril de 1997 he ido conociendo historias y desvelando misterios de aquel Bajo 1ª. Nunca olvidaré que el amor platónico del poeta Joan Margarit vivía dos pisos por encima del nuestro; era la misma mujer de la que yo también estaba enamorado en la novela. Me quedé pasmado el día que el escritor Enrique Vila-Matas se preguntaba en la revista 'Qué leer' si el niño de Muntaner sabía que en ese bajo primera del número 38 donde yo había nacido se fundó el Cau Ferrat. Enrique mencionó el libro 'Tres artistas' donde Josep Pla habla de Santiago Rusiñol y los numerosos personajes que lo visitaron. Y cómo voy a olvidar aquel mediodía de 2010 cuando Josep Massot me hizo una entrevista para 'La Vanguardia' con motivo de la presentación en Barcelona del libro 'El anorak de Picasso'. Al finalizar la entrevista propuso hacerme la foto en el balcón de Muntaner. Abrió la puerta un hombre joven con el que me identifiqué de inmediato, como si volviera atrás en el tiempo y fuera yo el que estaba enfrente. Le contamos el propósito de la foto. Entonces cogió de una repisa la novela y dijo que se la regalaron sus padres cuando compraron el piso. Maite Cruz me hizo la foto asomado al balcón que se eleva a metro y medio de la calle. Muntaner 38 y sus fantasmas me siguen persiguiendo a través de los años. A menudo, se producen mágicas coincidencias, ayer al mediodía pensé en un amigo de Barcelona con el que no hablaba desde hacía meses y al atardecer me llamó por teléfono. Como si las ondas de los pensamientos se transmitieran por el aire hasta llegar a los oídos de la otra persona. Me vienen a la memoria las numerosas casualidades que han sucedido desde aquel 23 de abril del 97. Me doy cuenta de que la vida gira como un torbellino de sentimientos que se desparraman por el aire hasta perderse en el cielo. Veo nubes con las caras de todos los vecinos de las distintas casas que he ido habitando a lo largo de los años. Nadie habla, no dicen nada. Sin embargo, yo interpreto sus silencios. Quizás ahora me estén escuchando desde quién sabe dónde.

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