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Alvaro Frías
Martes, 9 de mayo 2017, 01:17
Carlos empezó a salir como cualquier otro joven. Durante la semana estudiaba y no paraba de hacer deporte. «Los findes era cuando bebía alcohol» en la calle junto a sus amigos. Ahora, a sus 50 años, este profesor malagueño, casado y con hijos, cuenta que, más tarde, cuando se sacó las oposiciones y comenzó a juntarse con otro tipo de gente, «quería que la fiesta durase más que antes, hasta las seis o las siete de la mañana». Así fue como entró en contacto con la cocaína.
«Antes salía solo los fines de semana, pero eso fue en aumento. Acabé saliendo un día y descansando otro. Poco a poco vas aumentando la dosis para mantenerte, porque al principio consumes para sentirte bien pero acabas haciéndolo para no estar mal», precisa Carlos.
Con el paso del tiempo fue dejando a sus amigos de lado y a sus familiares, «porque con la adicción eludes cualquier compromiso, sólo tienes uno con la sustancia»: «Todo empieza a girar en torno a ella, preparas tu vida para el momento en el que vas a consumir. Ese día es el clave y el resto gira alrededor suya. Es algo terrorífico, tu mente crea mil alternativas para justificar el consumo».
Vivía dos vidas paralelas, en la que en el trabajo «hibernaba, estaba solo» esperando a salir para ir a consumir con los que consideraba que eran sus amigos. «Sólo te juntas con otra gente que consume y, sólo con invitarles a una copa y a una raya, ya eres el mejor para ellos. Te aplauden todo, dicen que comprenden todos tus problemas y siempre acabas culpando al exterior», relata.
Su vida acabó basándose en falsas promesas que le hacía a su nueva pareja de que dejaría la cocaína. Sin embargo, sólo lo consiguió hace poco más de un año, cuando su vida se tambaleaba. Carlos asegura que llegó un momento en el que pensó en dejar todo de lado y tirarse de lleno al consumo: «Pero me vi solo, y reaccioné. Pedí ayuda a la que ahora es mi mujer y me acompañó a las oficinas de Proyecto Hombre en Málaga, ellos me han ayudado muchísimo en este proceso para recuperarme de mi adicción».
Han pasado más de 20 años desde que Carlos empezó a consumir cocaína y ahora se da cuenta de todo lo que ha supuesto esta droga en su vida. «Estoy empezando a retomar la relación con mi familia, que se rompió hace años. Mis hijos, que lo saben todo, están orgullosos de mí por haber salido adelante y ahora disfruto de cada instante con ellos. Antes, aunque estaba con ellos, no era lo mismo», afirma Carlos mientras sonríe. Su pesadilla ha acabado, ahora «ha llegado a ser lo que era antes de caer en la cocaína».
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