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El corsé de Isabel II, con la sangre reseca y el agujero hecho por el estilete.

El corsé de la reina

Isabel II sorteó el puñal del cura Merino gracias a su ropa interior. La prenda conserva sangre real y se va a exhibir en el Museo del Romanticismo

antonio paniagua

Viernes, 14 de octubre 2016, 00:52

Aveces lo que tortura y quita la respiración resulta providencial. Isabel II le debe la vida a su corsé, una maldita prenda diseñada para el ... disfrute de los varones y que oprime tanto el cuerpo que deja sin resuello a la mujer. Las feministas abominan de él con razón, pero por una vez esta ropa interior prestó un buen servicio. El 2 de febrero de 1852 el clérigo Martín Merino intentó acabar con la vida de la Reina Castiza. Lo que iba a ser una puñalada en el pecho se quedó en un pinchazo sin importancia en la parte derecha del abdomen. El estilete que esgrimía el regicida tropezó con las barbas de la ballena del corsé. Por añadidura, el grueso manto de terciopelo carmesí bordado con oro que lucía Isabel II hizo de peto protector. El corsé está guardado en los almacenes del Museo Arqueológico Nacional (MAN) desde hace más de un siglo y medio. El público no lo puede ver porque se trata de una pieza muy delicada que se muestra en contadas ocasiones. Sin embargo, pronto los curiosos y amantes de la historia disfrutarán de una oportunidad de oro para contemplarlo. A partir del 29 de noviembre, la prenda se exhibirá en el Museo del Romanticismo, en Madrid, como pieza invitada.

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