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La foto con la que Hidden Cash anuncia su desembarco en España.
@Hiddencash: ¿Te apuntas a buscar sobres con dinero en la calle?

@Hiddencash: ¿Te apuntas a buscar sobres con dinero en la calle?

Meten dinero en cartas y los esconden por distintas ciudades. Van por los 20.000 euros en todo el mundo. Han pasado por Madrid y también tienen en cartera a Málaga

carlos benito

Jueves, 3 de julio 2014, 01:56

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¿De qué va esto de Hidden Cash?. Pues para los que aún no lo conozcan, que no deben ser muchos, se trata de una iniciativa que arrancón hace un par de meses en San Francisco, California. De pronto, empezaron a aparecer por la ciudad sobres que contenían dinero: no se trataba de cantidades que pudiesen solucionar la vida a nadie, porque no superaban los 180 euros, pero quienes las hallaban no podían reprimir la sonrisa ante el obsequio inesperado. Lo sabemos porque, tal como ruega el mensaje escrito en los envoltorios, muchos compartieron con la cuenta oficial de Twitter (@HiddenCash) felices selfies en los que aparecían sosteniendo su tesorito. Regalar dinero es una manera excelente de conseguir adeptos: la cuenta se convirtió en un éxito inmediato, que actualmente supera los 644.000 seguidores, y los misteriosos promotores del proyecto empezaron a expandir su generosidad a través de campañas ocasionales en otras ciudades californianas, en otros estados de la Unión, en México, en Europa... La red social sirve para anunciarlas y para suministrar pistas acerca del paradero de algún sobre particularmente bien escondido.

Pronto se supo que detrás de la «experiencia social anónima» estaba el inversor inmobiliario Jason Buzi, acompañado de unos cuantos amigos. Nacido en Israel hace 43 años y emigrado a EE UU cuando todavía era un niño, Buzi es uno de esos tipos emprendedores a los que las cosas les han acabado yendo muy bien: abrió un negocio de coches a los 19 años, enseñó inglés en Polonia y en Taiwán y comerció con diamantes a través de internet, pero al final ha sido la compraventa de casas lo que le ha convertido en millonario. Su perfil tiene también un lado solidario, que le ha llevado a contribuir en la apertura de bibliotecas en África o ayudar a los refugiados. Después de que un medio desvelara su identidad, Buzi acabó dando la cara en un programa de la CNN, donde justificó su ocurrencia de esconder dinero como «un acto casual de generosidad» sin más pretensiones que dar una sorpresa agradable a desconocidos y propiciar «la emoción de la búsqueda».

Egoísmo natural

Como es natural, le han llovido las peticiones de ayuda personalizada, pero Buzi y sus colaboradores no tienen intención de convertirse en una ONG al uso. «No podemos pagar vuestro alquiler, vuestra casa ni vuestra boda, así que, por favor, no sigáis preguntando. No podemos. Lo sentimos», respondieron cuando arreció la presión. Sí que suelen regalar, además de billetes de curso legal, breves reflexiones sobre la condición humana: «Todos somos básicamente egoístas. Es lógico y es nuestra naturaleza. Pero ¿podemos tratar de ser un 5% menos egoístas? El mundo será mucho mejor», han publicado en Twitter. El propio Buzi ha redactado una carta edificante dirigida a los jóvenes: «Algunas de las personas más felices que he conocido estaban entre los más pobres del mundo, cuando fui voluntario en Ghana. Algunos de los más desgraciados estaban entre los ricos que he conocido a través de mi negocio».

Hidden Cash, que se acercaba ya a principios de julio a los 20.000 euros repartidos, tuvo un inesperado tropezón en París, donde no les permitieron poner en práctica su juego por miedo a los desórdenes. Puede parecer una prudencia exagerada, pero tiene su punto razonable: hace dos años, Buzi tuvo que abortar un precedente de su iniciativa actual porque se desencadenó una pelea entre indigentes, que trataban de hacerse con los billetes que había escondido en cajas de tomate. Pero, con la excepción francesa, son un proyecto cada vez más global. Ciudades como Oakland, Tel Aviv y Madrid ya han vivido la experiencia.

Lo mejor es que esa filosofía del altruismo que pretenden difundir Buzi y los suyos parece estar calando en algunos de sus beneficiarios. Muchos explican que, en lugar de quedarse el dinero, van a invertirlo en dar una alegría a otras personas: invitando a desconocidos en una hamburguesería, pagando la compra de alguien en el supermercado o, por supuesto, donando el botín a alguna organización que trabaje con los más necesitados, que quizá sea una opción menos divertida pero parece la más sensata.

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