Nacha La Macha denuncia una agresión homófoba: «Es muy duro que le peguen a mi cuñado por llevarme a una iglesia»

Algunos entran, otros salen. El ambiente no es tan relajado como cuando llegaron a la iglesia. Nacha canta sin ser consciente de la situación, pero Tomillero empieza a percatarse de que había gente «incómoda con su presencia». Sin darle mayor importancia, las canciones terminan y el Pastor sube al púlpito, desde donde vuelve a dar la bienvenida a estos asistentes, todo según el relato de la artista. «Empezamos a escuchar gritos, mujeres saliendo de la iglesia corriendo. Pensé que había habido un accidente de tráfico», relata la travesti. Pero no era eso. «Miré mi whatsapp y mi hermana me había mandado un mensaje diciendo que saliera de ahí, que le estaban dando una paliza a Gabi en la puerta», afirma.

Nacha y Tomillero salieron de la iglesia. La Policía ya se encontraba allí. Habían retenido a los dos supuestos agresores de Gabi, quienes, presuntamente, no paraban de gritarle a la artista que todo había sido culpa suya, que era muy malo y que había ido a provocar. Palabras a las que se sumaron otros miembros de la iglesia y el propio pastor. «Le han pegado a Gabriel porque te ha traído y estás aquí provocando», cuenta la travesti que le dijo este hombre mientras le azotaba en la espalda y ella le pedía que parara.

El cuñado de Nacha, Gabi, fue el que se llevó la peor parte. Uno de los supuestos agresores lo cogió del cuello e intentó asfixiarlo, según cuenta la artista, además de recibir patadas, puñetazos y amenazas. «Es muy duro que le peguen a mi cuñado por llevarme a una iglesia», dice la cantante, quien acudió porque pensaba que al ser una iglesia nueva no habría homofobia. Sin embargo, insiste en que no todos las iglesias son así.

El siguiente paso de las víctimas fue ir al hospital y, horas más tarde, a la comisaría para poner una denuncia con el parte de lesiones. Concretamente fueron dos denuncias, una de Gabi y otra, de Nacha. «La Policía se negó a poner en la denuncia que yo iba vestida de mujer porque en 2023 cada uno puede ir cómo quiera», revela Nacha, quien también cuenta que el pastor estaba en la puerta de la comisaría esperando a los supuestos agresores, momento en el que se rió de ella y su familia.

Nacha La Macha hizo un directo en su cuenta de Instagram contando los hechos junto a Jesús Tomillero, quien propuso hacer una concentración en la puerta de la iglesia. Pero la cantante, en conversación con esta revista, afirma que está «devastada». «Aparento ser una persona fuerte, pero estoy sin fuerzas para nada. Lo último que me apetece es volver allí», subraya la artista emocionada.

«Está siendo muy duro. Son muchos años de homofobia y bullying por parte de esta gente. Pensaba que podían haber cambiado por haber abierto una iglesia nueva y que eran distintos e inclusivos», narra la cantante, quien hace hincapié en el odio: «A mi cuñado le agreden por llevar a un travesti a una iglesia, reconocido por los propios agresores».

Los datos apuntan al aumento de las agresiones en los últimos años. Un informe de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+) asegura que en los últimos cinco años, el 29% de las personas LGTBI ha sufrido acoso; el 27,5%, discriminación y el 8,6% alguna agresión física o sexual. Además, pone de manifiesto que son las personas trans y las mujeres quienes sufren con mayor frecuencia este tipo de discriminación.

Sin embargo, solo dos de cada diez delitos de odio sufrido por el colectivo se denuncian. Aunque Nacha La Macha y su cuñado sí lo han hecho. Además están bastante satisfechos con la actuación policial, mientras que el 69,7% del colectivo LGTBI considera que la Policía está poco o nada comprometida con ellos.

Hay otros organismos avalan estos datos. El Observatorio Andaluz contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia asegura que en esta comunidad autónoma hubo 367 incidencias en 2021 por LGTBIfobia y que el 69,30% de las víctimas no se atrevieron a informar por temor al rechazo de sus familiares y amigos, la vergüenza o el miedo a ser asaltados nuevamente.