El Señor de la Soledad regala a Málaga la primera procesión extraordinaria de octubre
La Hermandad del Dulce Nombre celebra el 25.º aniversario de la bendición de su titular con una salida conmemorativa cargada de momentos para el recuerdo
Con la llegada de octubre, Málaga abraza ya lo que será un intenso otoño cofrade y extraordinario. Intenso, por el número de actos y cultos, ... tanto internos como externos, que se celebrarán en los próximos días, no en vano, se trata del mes del rosario y este rezo dedicado a la Virgen también se practica fuera de los templos con la presencia de una imagen, como ha ocurrido este mismo sábado, con la Dolorosa de Lágrimas y Favores por la feligresía de San Juan. Y extraordinario, porque hasta tres cofradías –Dulce Nombre, Prendimiento y Cautivo– han elegido octubre para sacar a la calle en procesión, por una efeméride, a uno de sus titulares.
De la apertura del ciclo procesionista de estos días se ha encargado la hermandad más joven de las tres, la del Dulce Nombre, este sábado, con la salida del Señor de la Soledad por el 25.º aniversario de su bendición, y lo cerrará la Virgen de la Trinidad, el próximo 25 de octubre, para recordar que la singular Dolorosa de Francisco Buiza fue coronada canónicamente en la Catedral hace 25 años. Y en medio de ambas fechas, entre el 9 y 12 de octubre, la Virgen del Gran Perdón, de la Hermandad del Prendimiento, inmersa en su centenario fundacional, se erigirá protagonista indiscutible de esa semana con dos procesiones, una de ida al Centro, y otra, de vuelta a su casa hermandad, y la celebración de una misa conmemorativa en el primer templo de la diócesis.
La ciudad, por tanto, ya vive su otoño más cofrade y extraordinario de los últimos tiempos y esto se ha hecho sentir este sábado cuando Jesús de la Soledad se echó a la calle desde la casa hermandad de la Crucifixión, donde llegó el día anterior en solemne traslado, ya que la Hermandad del Dulce Nombre es la única corporación agrupada que aún no cuenta con un salón de tronos para la salida de sus titulares y su sede canónica, la iglesia de la Divina Pastora, tampoco permite la partida, por las dimensiones de su puerta, de unas andas procesionales del tamaño del trono de María Auxiliadora, conjunto lignario que la vecina archicofradía prestó al Dulce Nombre para que el Señor de la Soledad, en solitario –haciendo honor a su advocación–, sin la presencia de las figuras secundarias de su grupo escultórico, recorriera las calles de las feligresías de la Divina Pastora y El Buen Pastor, parroquias que conforman una unidad pastoral.
Tal y como estaba previsto, el cortejo se puso en marcha a las 18 horas. Lo encabezaba la singular cruz de tau, insignia asociada a San Francisco de Asís y la Orden Franciscana, flanqueada por dos faroles, y, a continuación, comenzaban a salir del interior de la casa hermandad de la Crucifixión hermanos de luz con largos cirios blancos, un representante, portando bastón –en la mayoría de los casos, el hermano mayor–, de la Hermandad del Rocío Málaga La Caleta, con la que está hermanada, y los padrinos de la bendición de la imagen; esto es, la Congregación de la Divina Pastora, la Hermandad Romera de la Virgen de la Alegría y la Cofradía del Amor, de donde procedían algunos fundadores del Dulce Nombre, además de la Crucifixión. Cerraban filas, la presidencia, en la que figuraban el hermano mayor, Carlos Galiana, y el también ex dirigente, José Carlos Montes, a derecha e izquierda del guion, y el cuerpo de acólitos, mientras que la que fuera hermana mayor Gema Pérez, hacía las veces de mayordomo de trono.
El porte del Señor, obra del imaginero cordobés Antonio Bernal, el mismo autor de la Virgen, que la talló cinco años después, era imponente, vistiendo una túnica bordada sobre terciopelo morado, prestada por la también seráfica hermandad conocida como la del Císter de Córdoba, que pertenece a la imagen de Jesús de la Sangre, pieza realizada por el astigitano Joaquín Ojeda en la década de los 70 del siglo pasado. La mediación del escultor Antonio Bernal, presente en esta procesión, y el recuerdo al ya fallecido religioso capuchino, y muy vinculado a las cofradías andaluzas, fray Ricardo de Córdoba, quien vistió por primera vez la efigie malagueña cuando, todavía sin bendecir, estuvo expuesta en la cordobesa iglesia del Santo Ángel, ayudaron a que este deseo de ver procesionar al Señor de la Soledad con túnica bordada se hiciera realidad. Además, el Cristo del Dulce Nombre estrenaba para la ocasión un precioso broche pectoral en plata sobredorada, en el que se observa el escudo franciscano sobre una orla oval con ornamentos barrocos y seis rayos, y un juego gemelos, ofrecidos por unos hermanos y realizados por el joyero malagueño Manuel Fenoll, según diseño de Pablo Cortés del Pueblo, y entre otras ofrendas entregadas a la imagen por la efeméride, también recibió otro broche con amatista, regalo de la Congregación de la Divina Pastora de las Almas, piedra que une los imperiales de la corona de la coronación de la Patrona de Capuchinos.
Aunque la imagen se bendijo el 3 de abril del Año Jubilar de 2000, que este año caía en plena cuaresma, la hermandad del barrio de Capuchinos tenía claro desde el principio que su Cristo debía procesionar para celebrar el cuarto de siglo de trayectoria devocional en una fecha significativa para la propia corporación, como es el 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís, otro de los titulares de la cofradía, y, por si fuera poco, víspera del aniversario de la coronación canónica de la Divina Pastora.
Histórica salida
La histórica salida de Jesús de la Soledad fue para enmarcarla, con la banda de cornetas y tambores del Paso y la Esperanza, contratada para esta conmemoración, tocando dos marchas enlazadas, 'Stabat Mater' y 'Nunca perderte, Esperanza', de Nicolás Turienzo Robles. El escultor de la efigie, Antonio Bernal, dio los primeros toques de campana al trono, todavía en el interior de la casa hermandad de la Crucifixión. Eran las 18.10 horas. Bernal, visiblemente emocionado, comentaba a SUR que su Cristo de la Soledad «está precioso. Lo he visto procesionar el Domingo de Ramos en varias ocasiones, pero hoy es especial. Lo veo soberbio, con la túnica bordada, y más moreno, del sol de Málaga», apuntaba el imaginero cordobés, que no se separaba del Señor.
El trono de María Auxiliadora, una imagen letífica, se había convertido en el retablo itinerante perfecto del titular cristífero de la Hermandad del Dulce Nombre, una efigie pasionista. Y dado su carácter y la iconografía que representa, no podía faltar en el arreglo floral un monte de claveles y rosas rojas, además de hypericum y flores del campo en tonos rojizos, el color de la pasión del Redentor. Los brazos más largos de los airosos arbotantes casi alcanzaban la altura de la talla de Bernal, lo que dificultaba su visión desde los ángulos del conjunto lignario.
La procesión del Señor de la Soledad recorrió un extenso itinerario cargado de momentos emotivos. El primero de ellos, tras la salida, la subida de la cuesta de Carrión, con la calle atestada de público, como un Domingo de Ramos cuando la suben los titulares de la también capuchinera Hermandad del Prendimiento, o el Lunes Santo, con la Crucifixión como protagonista. La banda del Paso y Esperanza atacaba con una sucesión de marchas. Y es que hasta cinco composiciones enlazó la fantástica formación musical para que la cuesta fuese más liviana para los portadores. Primero, para dar el giro desde la calle Refino a Carrión, 'Triana llora tus Penas'. El reloj marcaba las 19.05 horas de una tarde espléndida. Y, a continuación, 'Cristo de las Siete Palabras', 'Esperanzas', 'Todo un barrio a tus pies' y 'Santa Caridad', un deleite para los oídos.
Más tarde, casi una hora después, el Señor de la Soledad llegaba a la casa hermandad del Prendimiento, que abrió una de sus grandes puertas para mostrar a la Virgen del Gran Perdón ya entronizada para su extraordinaria de la próxima semana, aunque colocada en una posición adelantada del conjunto para que éste quedara a modo de altar, con un telón azul de fondo.
Con aplausos, el lanzamiento de aleluyas y el sonido de las campanillas llegaba el Cristo a este punto y el trono giraba para colocarse frente a la Dolorosa del Gran Perdón mientras la banda del Paso y la Esperanza interpretaba la marcha 'María Santísima de las Penas', de Antonio Pantión, adaptada a cornetas y tambores. «Viva Jesús de la Soledad, viva la Virgen del Gran Perdón, viva la Hermandad del Dulce Nombre, viva la Hermandad del Prendimiento y que viva por siempre la Capuchina cofrade», gritaba un hermano del Prendimiento desde un balcón de la casa hermandad. Fue un momento excelso, afectivo, vivido por centenares de personas, como también lo fue cuando, unos metros más adelante, la imagen recibió el canto de una malagueña, con fragmentos de una saeta y con el acompañamiento de una guitarra, que era interpretado por una joven desde un balcón adornado con un gran plóter con el rostro del Señor.
Otro de los instantes de mayor intensidad se vivió a las 21.35 horas en la plaza del Patrocinio. Allí se hallaba la dieciochesca Virgen del Patrocinio, a las puertas del antiguo cementerio de San Miguel, para encontrarse con el Señor de la Soledad. La noche se hizo silencio, «un silencio ondulado», como escribió Federico García Lorca, «que inclina las frentes hacia el suelo», después de escucharse una sentida saeta dedicada al Redentor, iniciativa de la Asociación de Vecinos Victoriana de Capuchinos y de la Fuente, que elevó la emoción de los que se encontraban en este punto del recorrido antes del relevo de los portadores, que se produjo tras sonar una de las marchas más esperadas y deseadas de la noche, 'El día del Señor', de Alfonso López Cortés, director de la banda del Paso y la Esperanza, quien la compuso para el Señor de la Cena con motivo del centenario de la cofradía e ideada para ser interpretada en cornetas y tambores, agrupación y banda de música.
Luego, Jesús de la Soledad marchó por callecitas del entorno de la Alameda de Barceló, como Antonio Linares Pezzi, Rojas, Moya y Montserrat para buscar el barrio de Segalerva. Aquí, en la calle Daoiz, uno de los enclaves principales de la procesión gloriosa de la Divina Pastora, a las 23.25 horas, cayeron nuevas aleluyas. Seguidamente pasará por El Molinillo y en Tizo, ya de vuelta, está previsto que participe un pitero para conectar Almonte con Málaga, la Virgen del Rocío con el Señor de la Soledad, gloria y pasión.
La procesión extraordinaria llegará a su fin dejando momentos que ya forman parte de la historia de esta hermandad. Sin embargo, antes del encierro en la casa hermandad de Salesianos, pasará por su sede canónica, la parroquia de la Divina Pastora, donde la Virgen del Dulce Nombre aguarda la llegada de su Hijo en su dulce espera. Será, pues, el epílogo perfecto previo a la entrada en Salesianos, y el colofón de la primera gran cita de un otoño envuelto en aniversarios y procesiones extraordinarias que ya se anuncia inolvidable.
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