La procesión infantil de la Esperanza rebosa ilusión y fervor cofrade en la calle

Consciente de ello, la Archicofradía del Paso y la Esperanza, que, en plena cuaresma y casi en vísperas de la Gran Procesión de Roma del próximo 17 de mayo, ha vuelto a convocar a los más pequeños de la casa a una convivencia que, desde hace tres años, viene culminando con la celebración de una miniprocesión a la que no le falta un detalle.

La procesión infantil de Esperanza suscita cada vez más expectación. Incluso, el pasado año, que no vio la calle por la lluvia, aunque sí se celebró por el interior de la basílica, tuvo ese respaldo necesario de padres y cofrades en general, que llenaron por completo el templo de la calle Hilera. Este sábado, un año después, también pintaba mal la climatología, según los pronósticos de los días anteriores, ya que borrasca Martinho se encuentra instalada en la península ibérica. Sin embargo, Málaga amaneció este sábado con el cielo azul y de las previsiones del 75 por ciento de posibilidad de precipitaciones que se anunció el viernes se pasó al 35 por ciento en la franja horaria de la miniprocesión. En consecuencia, con estos datos, y con el sol pegando a mediodía, la organización decidió que la procesión infantil tenía que volver a la calle para alegría de los párvulos y padres, que, con dispositivos móviles en ristre, inmortalizaban cada una de las escenas que se generaban.

La pequeña imagen de la Virgen de la Esperanza salió, por tanto, para dejarse a la luz del día, pero esta vez no iba sola, sino que, como ocurre cada Jueves Santo en la procesión 'grande', el Nazareno del Paso le antecedía. La presencia del Señor, realizado en 3D y policromado por el imaginero veleño Israel Cornejo, fue la principal novedad de esta miniprocesión.

La figura originada por este sistema replicaba fielmente la imagen original de Mariano Benlliure. Incluso, la cruz de caoba y plata, lo que llamó poderosamente la atención a todo el mirada el rostro del Nazareno con detenimiento. Pero también sorprendía, aunque no era un estreno y ya se conocía, el tronito de la Virgen de la Esperanza, por su enorme parecido con las majestuosas andas procesionales de la efigie perchelera.

El cortejo se formó en el interior del templo esperancista, una vez concluida la convivencia infantil, que contó con varios talleres destinados a los más pequeños de la casa, que aprendieron hasta de pintura, después de escuchar las explicaciones en torno a la obra de Eugenio Chicano realizada para el techo de la casa hermandad. Esta iniciativa, que cada vez genera mayor participación, comenzó a celebrarse después de la pandemia, pero fue hace tres años cuando la archicofradía incluyó una procesión como culmen de este encuentro, a raíz de la donación del tronito de la Esperanza.

Una cruz plana lisa y dos chicos con cestas de mimbre arrojando romero abrieron el cortejo, que estuvo formado por niños y niñas portando velas, todos ellos identificados con sus nombres escritos en una tarjeta, los más pequeños, primero, en dos hileras y agarrando un largo cordón dorado, como el de los cíngulos, para que nadie se despistara, y cerrando filas, los más grandecitos. Los dos tronos eran transportados a ruedas, pero pegados a los varales para intentar imitar el balanceo, se encontraban los pequeños portadores, que seguían las órdenes de los mayordomos adultos.

Con la marcha 'Nazareno del Paso', de Benjamín Esparza, salió el Señor, y dos minutos más tarde lo hacía la Virgen de la Esperanza con el Himno de Coronación de Artola, a cargo de algunos miembros de la banda de música de la archicofradía, sin uniforme pero con guion, mientras sonaban las campanas de la basílica y de los campanilleros. Algún que otro viva se pudo oír entre los propios portadores, mientras avanzaba la comitiva hacia la iglesia de Santo Domingo, la antigua sede de la corporación, donde hizo estación para conocer los orígenes de la hermandad con la visita a la primitiva capilla de los titulares de la corporación, espacio cedido en la actualidad a la Hermandad de la Cena.

El Nazareno del Paso entró a las 13.18 horas y dos minutos después lo hizo la Virgen de la Esperanza con el sonido de los campanilleros y la marcha 'La Estrella Sublime', de Manuel López Farfán, que este año cumple cien años, según consta en la partitura original.

El regreso hasta la basílica fue por el mismo camino de la ida, es decir, por la calle Cerezuela, todavía repleta de público. El encierro se produjo entre petaladas, aplausos, gritos de «guapa» y el Himno Nacional. Y ya en el interior de la basílica, turno para el Himno de Coronación y con los tronos uno frente a otro, un final entrañable para una iniciativa más que loable que, además de meter en vena el fervor cofrade a los niños, busca que estos crezcan en la fe.