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La Semana Santa de Málaga trae cada primavera rituales y costumbres que alimentan la fe, le otorgan proyección mediática y la hacen única. Uno de esos rituales, que va camino del centenario, es el acto que celebra la Cofradía de los Estudiantes cada Lunes Santo en la plaza del Obispo. Este encuentro con el prelado de la diócesis tiene su origen en el año 1946, cuando los primeros hermanos de la corporación tuvieron el gesto de parar el trono ante el balcón del palacio episcopal para agradecer la aprobación de los estatutos al entonces obispo de Málaga, Balbino Santos.
Con el paso del tiempo, ese acto se ha convertido en una de las citas más emblemáticas de la Semana Santa, a la que asiste numeroso público. Como de costumbre, los nazarenos de las dos secciones, en torno a un millar de hermanos, se han colocado en el atrio de la Catedral, que se ha teñido de burdeos y verde, los colores de las túnicas y capirotes de la corporación. Al mismo tiempo, los tronos, el del Cristo Coronado de Espinas y la Virgen de Gracia y Esperanza, se han situado en la misma plaza del Obispo de cara a la fachada principal de la basílica catedralicia.
Tras la invitación al rezo, el obispo, Jesús Catalá, ha leído una breve homilía en presencia de autoridades universitarias, encabezadas por el rector de la Universidad de Málaga, Teodomiro López. También han asistido representantes de la asociación ALUMNI-UMA, hermano mayor honorario de la cofradía.
Monseñor Catalá se ha referido, primero, al Cristo Coronado de Espinas, al que ha destacado «como modelo de vida». Seguidamente, ha hecho referencia al papa Juan Pablo II, «que nos animaba a unirnos a Cristo para conocer la civilización del amor; el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, evitar ciertas perversiones del corazón, a unir el amor familiar hacia Dios y el amor al cielo. Somos todos testigos de este amor de Cristo, que ha ofrecido su vida por todos nosotros. Sigamos, pues, las huellas del Santo Cristo Coronado de Espinas y caminemos de la mano de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza», ha indicado el prelado, quien ha acabado su homilía con el rezo de un Padrenuestro y un Ave María.
Tras estas palabras, los dos tronos han sido mecidos con los sones del Gaudeamus Igitur, a cargo de un coro vocal y la banda de música de la Paz, y se han subido a pulso en una ocasión. Entre el clero asistente al acto, se han encontrado el delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Salvador Guerrero; el párroco de los Santos Mártires, Manuel Ángel Santiago; y el agustino Fray Justo Díaz.
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