Málaga inicia el día de su Patrona con ofrendas de flores y una misa presidida por el arzobispo de Granada
José María Gil Tamayo alerta de que se está promoviendo «una falsa concepción sobre el catolicismo, al que algunos solo querrían en el foro privado»
El 8 de septiembre se celebra la solemnidad de la patrona principal de Málaga y la diócesis, fecha en que la Iglesia Católica conmemora la ... Natividad de la Virgen. Santa María de la Victoria es, por tanto, la protagonista indiscutible de una larga jornada cargada de actos y momentos que este año ha caído en lunes, festivo local, por supuesto, y que se extenderá desde la mañana hasta la medianoche.
Como de costumbre, los puntos de atención durante las primeras horas del día se han concentrado en el Centro Histórico. En concreto, en la Catedral y en sus calles cercanas. En la basílica catedralicia, donde se ha oficiado una misa estacional, a las 11.30 horas, presidida en esta ocasión, y de forma extraordinaria por el 150.º aniversario de la hermandad, por el arzobispo metropolitano de Granada, José María Gil Tamayo. Y como segundo escenario, el atrio de la propia Catedral, donde, a la conclusión de la ceremonia religiosa, cientos de malagueños han participado en la ofrenda floral que convoca cada 8 de septiembre la Asociación Pro Tradiciones Malagueñas La Coracha, aunque, en realidad, los actos arrancaron tres cuartos de hora antes de la celebración de la eucaristía, con el pasacalles, desde el Ayuntamiento, de la banda de música Virgen del Rocío, que se dirigió hasta el monumento al Marqués de Larios para incorporarse a una comitiva de oferentes con señoras ataviadas de mantilla, grupos de baile y la Asociación Teodoro Reding, que hicieron un breve recorrido por el Centro hasta llegar a la plaza del Obispo. La formación musical, a su paso por la Catedral, tocó, primero, la marcha 'Pasan los Campanilleros', seguida de 'Málaga, a su Virgen de la Victoria', de Ginés Sánchez, pieza procesional que esta tarde volverá a sonar para acompañar a la imagen patronal en el regreso a su santuario.
Como cada año, a las 11.30 horas, se oficiaba la misa estacional en el primer templo de la diócesis, presidida por el arzobispo metropolitano de Granada, José María Gil Tamayo, que el día anterior estuvo en la misa de acción de gracias y despedida del obispo administrador apostólico de Málaga, Jesús Catalá, tras sus 17 años de episcopado. El ceremonial reunió a numerosos fieles, así como a autoridades civiles y eclesiásticas. El prelado de la archidiócesis de Granada, a cuya provincia eclesiástica pertenece la diócesis de Málaga, estuvo acompañado por un nutrido grupo de sacerdotes y canónigos de la Catedral malagueña, entre ellos el deán de la Catedral, José Manuel Ferrary, y, por supuesto, el obispo Catalá, que también concelebró la santa misa junto al arzobispo emérito de Pamplona, Francisco Pérez González, que igualmente acudió a la despedida de Catalá la tarde anterior.
La Virgen de la Victoria, situada en el presbiterio bajo un templete de madera y presidiendo un altar efímero adornado con flores y cera blanca, fue objeto de la tradicional ofrenda institucional previa a la eucaristía. El alcalde de Málaga, Paco de la Torre, junto al hermano mayor de la Real Hermandad de Santa María de la Victoria, Miguel Orellana, entregó una de las canastillas florales. También participaron la portavoz del Gobierno andaluz y consejera de Economía, Carolina España, y , la delegada del Gobierno andaluz en Málaga, Patricia Navarro, en representación de la Junta de Andalucía; y Cristóbal Ortega y María Francisca Caracuel, por parte de la Diputación Provincial, vicepresidentes primero y cuarta, respectivamente. En cambio, no asistió representante alguno de la Subdelegación del Gobierno.
En el inicio de la misa, la comitiva de sacerdotes se dirigió al nuevo trono de la Virgen de la Victoria, colocado ante la puerta del Sol de la Catedral, que fue bendecido por el todavía obispo administrador apostólico de Málaga, Jesús Catalá, quien, tras asperjar el agua bendita en el cajillo, dio con la mitra a una de las cabezas de varal, que cayó al suelo. Fue la anécdota del día que rápidamente fue subsanada por uno de los capataces de las andas y miembro de la junta de gobierno.
Seguidamente, se inició la misa, que contó con la participación de la coral Santa María de la Victoria y los sones del órgano catedralicio, a cargo de Antonio del Pino.
Monseñor Gil Tamayo, con casulla, estola y mitra blancas, por la celebración de la Natividad de la Virgen, comenzó su homilía felicitando a la hermandad por su 150.º aniversario y subrayó que se trata de «siglo y medio de amor y difusión de la devoción a la Patrona y Madre de Málaga». Asimismo, el arzobispo metropolitano de Granada recordó que la Virgen de la Victoria es «nuestra protectora, porque ella está presente en el logro de vuestras conquistas: de prosperidad, cultura, y conciencia de vuestra identidad».
De igual modo, la Patrona de la diócesis malagueña es, según Gil Tamayo, «nuestro modelo de lo mejor que habéis querido ser siempre. Por ello, nuestra verdadera renovación cristiana y eclesial, personal y comunitaria ha de pasar necesariamente por el incremento del amor y devoción a la Virgen de la Victoria y su vivencia en un cristianismo comprometido en la sociedad de hoy como nos pedía el papa Francisco», remarcó. Y también es «nuestra Madre y Patrona», prosiguió el prelado. «Todo esto lo ha cumplido para con las buenas gentes de Málaga Santa María de la Victoria. En su hijo Jesucristo, nuestro hermano y salvador, la Santísima Virgen, y con ella la Iglesia de la que es modelo, nos recibe a todos como hijos y nos abraza en nuestro sufrimiento», añadió monseñor José María Gil Tamayo, quien, además, afirmó con rotundidad que los papas y obispos «han reconocido el valor excelso para el Pueblo de Dios de esta bendita imagen de la Virgen y la ha adornado de títulos y honores, desde la declaración de su patronazgo hasta su coronación canónica», subrayó.
Por otra parte, el oficiante recordó brevemente la procedencia de la imagen, que «fue recibida por el rey Fernando el Católico durante la conquista de Málaga», señaló. «Este regalo representa más que una victoria territorial; es un símbolo de que la verdadera victoria no se encuentra en las armas, sino en la fe y la entrega. La imagen de la Virgen se ha erigido como un faro de esperanza y refugio en tiempos de crisis, inspirando a generaciones», expresó, al tiempo que enlazó el pasado con el presente para proclamar que en nuestro contexto histórico del siglo XXI, «la victoria que celebramos va más allá de lo material. La victoria que vence al mundo es nuestra fe. En un mundo lleno de incertidumbres, nuestra fe en Dios se convierte en nuestra mayor fortaleza, enseñándonos a afrontar adversidades con amor y esperanza», recalcó.
Piedad popular
Gil Tamayo recordó igualmente, durante su extensa plática, a la figura del santo padre Benedicto XVI a través de varias citas. También mencionó a San Pablo VI y al papa Francisco, a este último, cuando defendió a ultranza el valor de las tradiciones religiosas, como las fiestas patronales o la Semana Santa, pese al «persistente empeño secularista en la España de hoy, alimentado de modas ambientales y de impulsos ideológicos y políticos innegables», se lamentó, aunque dio gracias a Dios de que se viva «con tanto fervor por los creyentes y respeto por quienes no lo son», destacó. Sobre estas manifestaciones promocionadas por la piedad popular, Gil Tamayo dijo que «a pesar de que muchos solo la entenderán como culturales, estéticos e incluso como simplemente folclórico, estos actos de culto de procesionar a Cristo vivo y sacramentado en la custodia, como hacerlo en Semana Santa con el paso de la imagen de un Cristo o de la Santísima Virgen, no puede ser solo un acto externo o, si se quiere, exclusivamente devocional; es también reivindicar el derecho de la religión católica y de sus fieles a ocupar un puesto en el espacio público de nuestro país, de innegable raíces e impronta cristiana, no solo en su historia, no solo en los tiempos de la conquista por Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, sino también en su presente», enfatizó para luego reclamar que las procesiones, las manifestaciones de fe en la calle son necesarias hoy día, «cuando nuestra sociedad vive un proceso de secularismo a la par que, de pluralismo social y religioso, y se está promoviendo una falsa concepción sobre la naturaleza del catolicismo en la sociedad, al que algunos solo lo querrían conceder carta de ciudadanía en el foro privado, en el de la intimidad o de la conciencia, o todo lo más en el espacio sagrado de los templos». Es por ello que «cualquier afirmación, como es esta fiesta malagueña de la Virgen de la Victoria y en tantas queridas advocaciones marianas en este 8 de septiembre, de las señas de identidad cristiana en el ámbito social y público es especialmente precisa en un mundo secularizado como el nuestro», justificó.
No obstante, el arzobispo de Granada aclaró que los cofrades no pueden quedarse solo «en la imagen sin más, en la fiesta o romería», ya que considera que la religiosidad popular necesita «para no ser solo algo del pasado, de sentimientos y costumbres, el auxilio de la doctrina y la liturgia: fe creída y celebrada en la Iglesia, de la eucaristía» y resaltó «qué errado e injusto es despreciar y marginar la fe de los sencillos, la piedad popular, la fe encarnada de nuestro pueblo como la definía el recordado papa Francisco a la piedad popular», precisó el prelado. «Culto y vida, personal y social o pública, culto y cultura con todo lo que esta palabra significa van de la mano en el cristianismo. La ruptura de este hermanamiento no sólo es una orfandad para el auténtico engrandecimiento de lo humano, sino un fracaso para la propia religión», resumió Gil Tamayo en su discurso sobre la religiosidad popular, expresión de fe tan extendida como importante en toda Andalucía.
Finalmente, el pastor del Arzobispado de Granada animó a los malagueños a seguir el ejemplo de su Patrona: «La verdadera victoria, como nos enseña nuestra Patrona, se encuentra en la fe. En un mundo lleno de desafíos, nuestra fe nos invita a ver más allá de las dificultades y a descubrir luz en las sombras. Es en la fe donde hallamos la paz y la fortaleza necesarias para enfrentar las pruebas de la vida. No podemos quedarnos en cristianos mediocres, en aquellos de mero cumplimiento, sino que hemos de ser cristianos coherentes, a pesar de nuestra debilidad», insistió monseñor Gil Tamayo, que, en sus últimas palabras, pidió a la Virgen de la Victoria que interceda «por vuestro nuevo obispo don José Antonio Satué, que tomará posesión el próximo día 13; por nuestro querido don Jesús, que ha sido vuestro pastor diocesano durante tantos años, y por la querida diócesis de Málaga y por nuestra España, para que la victoria de la fe ilumine cada corazón y cada hogar», concluyó.
La misa estacional llegó a su término a las 13 horas con la bendición solemne, por parte del arzobispo de Granada, y la clausura del Año Jubilar, decretado por la Santa Sede para la Real Hermandad de Santa María de la Victoria por su 150.º aniversario fundacional. Este gesto simbólico que, en este caso, lo presidió monseñor Catalá, consistió en apagar dos veles que han permanecido encendidas durante los cultos a la Patrona de Málaga. Con la 'Salve malagueña a Santa María de la Victoria', del recordado padre Manuel Gámez, y un «viva la Virgen de la Victoria», se dio por concluida la ceremonia religiosa.
Ofrenda floral
Desde incluso antes de la celebración litúrgica, la ciudad ya se había llenado de un ambiente festivo con el pasacalles ofrecido por la banda de música Virgen del Rocío, que recorrió el trayecto que hay desde el Ayuntamiento hasta el monumento al Marqués de Larios, donde se unió a una comitiva formada por señoras ataviadas con mantilla, grupos de baile y miembros de la Asociación Teodoro Reding. El cortejo avanzó por las calles del Centro hasta desembocar en la plaza del Obispo, punto de encuentro de buena parte de los actos de la jornada.
Finalizada la misa, se celebró en el atrio catedralicio la tradicional ofrenda floral organizada por la Asociación Pro Tradiciones Malagueñas La Coracha. Allí se dieron cita cientos de malagueños para entregar flores a la Virgen de la Victoria, representada en un gran plóter que se había instalado sobre la portada principal de la Catedral.
El cante y el baile por malagueñas amenizaron la mañana y las primeras horas de la tarde y acompañaron, cómo no, a las ofrendas de devotos y autoridades. Los coros Son de Málaga, Aire Andaluz y Almendrales, dirigidos por Isabel López Mayorga, vicepresidenta de La Coracha, interpretaron cantes compuestos por la propia directora, como 'Malagueña y Victoriana', 'Mi Patrona Victoria eres tú' o 'Madre Celestial'. Al baile se sumaron los grupos de Juan Reina, José Lucena, Elena Romero, Reme Cortés, Reme Jiménez y Susana (Santa Paula), bajo la coordinación de Gabriel Cruz.
Como novedad, la Asociación Teodoro Reding, que lleva años sumándose a esta cita, entregó el remate de un estandarte napoleónico en forma de águila.
El acto concluyó con la interpretación de la marcha 'Gloria a Ti', del compositor Narciso Pérez del Campo y con letra de Alfonsina Domínguez, y los himnos de Andalucía y España. Los vítores a la Virgen de la Victoria pusieron el broche a una mañana en la que los pétalos de las flores entregadas por los devotos caerán esta tarde, durante la salida de la Patrona desde la Catedral, con motivo de su procesión de alabanza.
Procesión
El cortejo que acompañará a la imagen victoriana se pondrá en marcha en la tarde de este lunes, a las 19.30 horas. Recorrido el catedralicio Patio de los Naranjos, la comitiva continuará por las calles Santa María y Molina Lario hacia la plaza del Obispo, Strachan, Torre de Sandoval, Bolsa, Marqués de Larios, plaza de la Constitución —donde se retirarán las autoridades—, Granada, plaza del Carbón, Calderería, plaza de Uncibay, Casapalma, Cárcer, Madre de Dios, plaza de la Merced, Victoria, Compás de la Victoria y plaza del Santuario, donde la llegada está prevista en torno a las 23.30 horas.
El séquito procesional contará con la participación de la banda de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos, la banda de música Municipal y la banda de música Maestro Eloy García de la Archicofradía de la Expiración, esta última, detrás del nuevo trono de la Virgen, que será la principal novedad de la procesión. Al baquetón del conjunto, de reciente ejecución, se le ha incorporado un antiguo templete de madera, del siglo XVIII, que se ha recuperado para su uso procesional, tras un intenso trabajo de restauración, por parte del taller de Aetos Restaura que dirige Enrique Salvo. Además del templete ya itinerante, como también lo fue desde finales de la década de los 50 del siglo pasado hasta mediados los años 80, el nuevo trono, ideado por Juan Antonio Sánchez López con anteproyecto de Enrique Salvo, cuenta con los arbotantes de las antiguas andas procesionales del Señor de la Sentencia, de Pedro Pérez Hidalgo, y unas figuras del periodo barroco, restauradas por Salvo.
Para la realización del nuevo baquetón han participado los artesanos sevillanos Manuel González Fernández y Felipe Ernesto Martínez Oliver, mientras que el malagueño Alberto Berdugo es el autor del dorado.
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