Alcaucín: Paisaje indómito en la falda de Sierra Tejeda

Sus tierras son algunas de las más escarpadas de la provincia, puesto que se encuentran en una de las faldas de la abrupta y caliza Sierra Tejeda. Ésta, además de darle notoriedad orográfica, hace que Alcaucín y su entorno aparezca en el horizonte como una villa tradicional, amable y acogedora. Lo es desde hace siglos, aunque entre sus episodios hay que reseñar algunos momentos más convulsos de los que hay algunos testigos, como son las fortalezas que en su territorio llegó a haber durante el antiguo Al-Ándalus.

Así, frente al casco urbano, a un paso de la aldea de Puente Don Manuel, resisten al tiempo los restos del castillo de Zalía o Zalia, una fortaleza de origen fenicio que fue utilizada posteriormente por otras civilizaciones hasta la época de los árabes. En este enclave, según la leyenda, se sitúa la antigua y fantástica Odyscia, en la que el escritor griego Homero ubica algunas de las hazañas de Ulises.

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Lo que sí es totalmente cierto es que fue construido por los árabes con su doble anillo de murallas. Más tarde fue conquistado por los Reyes Católicos y sirvió como «prisión-obispado de los levantiscos moriscos». La fortaleza tenía una ubicación estratégica, ya que se encontraba en el antiguo camino nazarí, que unía la Axarquía con Granada.

En torno al castillo existen muchas leyendas más. Una de ellas dice que su nombre viene de la reina Zalia, que bajaba diariamente al río para bañarse. Según la creencia popular, en las noches de luna llena iba hasta un pequeño estanque situado en la parte más cimera de la fortaleza, llamada 'la alberca de la reina mora'.

También en el término municipal de Alcaucín, hubo otro castillo, del que apenas queda algún resto visible. Se trata del recinto amurallado que estuvo en el área recreativa del Alcázar, cuya propia denominación delata la existencia de una fortaleza en este privilegiado enclave natural, antesala de una de las subidas más trepidantes que hay para llegar a las cumbres de Tejeda.

Situado a escasos kilómetros del pueblo de Alcaucín, el paraje del Alcázar es uno de los rincones de mayor belleza del parque natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Se trata de un antiguo cortijo, de impresionante masa forestal, habilitado para el disfrute de los visitantes.

Por allí pasa el arroyo del Alcázar, que nace en el seno de Sierra Tejeda y recorre todo este antiguo cortijo, dejando a su paso rincones de gran belleza, con pequeñas cascadas y pozas umbrías, bajo las que merece la pena refugiarse en los meses más calurosos del año.

En sus primeros tramos, este riachuelo discurre tranquilo hasta que se abre en un impresionante tajo calizo que marca decididamente este paisaje montañoso. Hoy, debido a su singularidad geológica y botánica, este enclave está catalogado como monumento natural de Andalucía.

Gracias a su altitud, el Alcázar disfruta de excelentes vistas tanto del parque natural como de buena parte de la comarca de la Axarquía. A pocos metros del área de acampada, se localiza un mirador desde donde se divisa perfectamente el pantano de La Viñuela y su entorno, donde se aprecian algunos núcleos como Puente Don Manuel o Periana, entre otros.

Dentro del pueblo de Alcaucín, la Fuente de los Cinco Caños da la bienvenida al viajero y le recuerda la riqueza hídrica de la zona. Esta fontana, de la que se desconoce su fecha de construcción, debe su aspecto a una restauración realizada en la década de los años noventa. Según afirman los habitantes de esta villa axárquica, nunca ha dejado de brotar agua proveniente de un manantial de la Sierra de Tejeda.

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Otras visitas obligadas dentro del pueblo son las calles de su casco antiguo o la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Tampoco hay que eludir una visita a la aldea de Puente Don Manuel, de obligado paso para acceder al principal núcleo urbano. Este diseminado rural, situado en un importante cruce de caminos, es conocido hoy especialmente por tener numerosos establecimientos de restauración. De hecho, hay quien lo conoce como el 'comedor de la Axarquía'.

A pesar de que su nombre se asemeja mucho al término 'alcaucil', con el que también se denomina a la alcachofa, hay quien considera que viene de un vocablo árabe que debería traducirse como 'Los Arcos'. Esta tesis estaría apoyada por la presencia hace siglos de muchos tejos en sus alrededores –de ahí Sierra Tejeda–. Con las ramas de este árbol se elaboraban, al parecer, arcos para cazar o para uso militar.

La reserva natural de la Laguna de Fuente de la Ratosa, con unas 22 hectáreas, no es tan grande como la de Fuente de Piedra, pero goza también de un gran valor ecológico. Situada entre Alameda y Humilladero, además de flamencos de color rosa, allí se pueden ver, con frecuencia y en determinadas épocas del año, cigüeñuelas, avocetas y calamones.

También hay algunas plantas con gran interés botánico, como la amenazada 'althenia orientalis', una especie acuática que suele verse en fondos poco profundos. Aunque se puede acceder por carretera, a través de la MA-705, que une Alameda con la Roda de Andalucía, se recomienda el acceso a pie por un sendero que parte desde la pedanía de los Carvajales (Humilladero).

El castillo de la Estrella, considerado como el segundo de mayor tamaño de la provincia de Málaga, está situado sobre un cerro, desde donde no sólo se divisa el pueblo de Teba sino también un vasto territorio que incluye varias comarcas de Málaga y parte de la provincia de Sevilla.

Llegó a tener 18 torres –actualmente está íntegra la del homenaje– dentro del recinto amurallado que abarcó 25.000 metros cuadrados. Allí tuvo lugar una cruenta batalla en la que murió sir James Douglas, un noble escocés que comandaba un grupo de soldados de su país, para cumplir el deseo de su rey fallecido Robert The Bruce: llevar su corazón hasta una cruzada. Douglas quería cumplir el deseo del monarca escocés, que quiso en vida participar en una cruzada.