Volver en 'cochechoque'...
Como no vuelva a casa en un coche choque...». La frase de un chaval de 17 años en su búsqueda de un medio público de ... madrugada para regresar a su casa desde el real no por exagerada es menos significativa. La Feria de Málaga, uno de los grandes acontecimientos del verano andaluz, vuelve a demostrar que no solo es un éxito de público y cultura, sino también un reflejo de las carencias en movilidad que arrastra una ciudad que comienza a verse desbordada por su crecimiento y por el enorme auge del turismo. Lo que debería ser un despliegue de transporte eficiente y accesible para todos los malagueños y visitantes, se ha convertido estos últimos 9 días de fiesta en un calvario. El taxi, servicio público esencial en una cita de estas dimensiones, no logra absorber la enorme demanda que se genera durante la feria. Las paradas saturadas, las esperas interminables y la ausencia de vehículos en horas punta son ya parte del paisaje. A ello se suma que, en lugar de reforzar su presencia, el sector parece resignado a ceder terreno. Lo prefiere antes que permitir que se abran plazos para nuevas licencias, al alcance de quien lo merezca. Esa renuncia la aprovechan plataformas como Uber, Cabify y otros, que multiplican tarifas hasta límites abusivos. Lo que debería ser una alternativa se convierte en un lujo inasumible para muchas familias: trayectos habituales que en cualquier otro día costarían 8 ó 10 euros, durante la feria pueden alcanzar fácilmente entre 60 y 90.
Pero la movilidad no solo falla en el ámbito del taxi. El transporte público, (la EMT es una de los mejores de España), ojo, muestra en feria un preocupante desequilibrio: en la zona oeste y norte, la EMT despliega un servicio sobresaliente, con líneas reforzadas que conectan a miles de vecinos con el real y el centro, así como al área metropolitana. Sin embargo, al este de Málaga la realidad es otra. Zonas enormemente pobladas como El Limonar, Parque Clavero o Cerrado de Calderón quedan prácticamente desconectados a partir de las 21 horas. Miles de malagueños (sobre todo los más jóvenes, 'clientes' de la feria nocturna) que viven en estos grandes núcleos, que más que urbanizaciones ya son barrios, ven cómo, al caer la noche, el transporte público desaparece. Y no olvidemos un dato crucial: al este no llega el metro, lo que convierte la situación en una auténtica injusticia territorial. Málaga no puede presumir de feria si no garantiza que todos sus ciudadanos tengan las mismas oportunidades de disfrutarla. La movilidad no es un lujo, es un derecho, pero ahora mismo es una de las asignaturas pendientes de Málaga. La 'ciudad de moda' no puede ser la 'ciudad de las colas'...
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