Un río vivo para Málaga
Me encantaría ver el Guadalmedina con un pequeño curso de agua corriente, y sauces, y pájaros y peces y hasta alguna nutria despistada en el que sería el mayor parque de Málaga
Igual después de siglos, sí, literalmente, siglos, no exagero, hablando de la solución al Guadalmedina; de los ríos de tinta en el periódico, de los ... debates y los concursos de ideas que no han llegado a nada, la espera haya merecido la pena. Me explico: hasta fechas recientes, salvando honrosas excepciones, casi todo lo que se ha planteado han sido intervenciones duras, de ingeniería, bien para canalizarlo hacia fuera del Centro, con el objetivo de poder embovedar el cauce y colocarle encima una avenida y hasta el metro. O bien para hacerle una cobertura de puentes-plaza, esto es, un semiembovedado en toda regla.
A raíz de las inundaciones catastróficas de 1989, el curso se encajonó y se quedó como un gigantesco aliviadero al aire libre, con un grifo que es la presa del Limonero. Es verdad que por suerte no se utiliza mucho, pero cuando es necesario, porque llega una Dana y con ella las lluvias torrenciales, se convierte en una infraestructura vital. Entre tormenta y tormenta, la mayor parte del tiempo es una brecha gigantesca e inerte, sucia, maloliente y que ofrece una imagen nefasta para su entorno...
Ahora imaginen que todo eso pudiera cambiar, que el Guadalmedina volviera a llevar si quiera un pequeño curso de agua corriente -dicho de correr, no del grifo- con grandes sauces y otras especies habituales de los bosques de ribera en los laterales. Y pájaros, y peces, y que alguna vez incluso se colara una nutria despistada que sería noticia en el periódico. La propuesta del que se convertiría en el mayor parque de la ciudad no es nueva, aunque la novedad igual sea plantearla precisamente ahora, cuando la conciencia ecológica de los malagueños exige más verde y menos gris en nuestras calles. En esta línea iba el proyecto que hizo ganar al equipo liderado por el arquitecto José Seguí el concurso convocado por la Fundación Ciedes, que cayó en un injusto ostracismo. Ya entonces se apuntaba a la gestión de la presa como la clave para hacer fluir el agua a lo largo de los seis kilómetros que la separan de la desembocadura, en el Puerto.
Ahora es Ecologistas en Acción, de la mano de Santiago Martín Barajas, un referente de la organización que ha participado en el exitoso proyecto de Madrid Río, quien se atreve a abrir el melón atávico. Está ultimando su diseño, que nuevamente pasa por permitir que el agua fluya, además de eliminar la losa de hormigón del lecho para que la vegetación pueda arraigar. Luego se lo presentará al alcalde y a la Junta y llegarán los peros. Sería esperanzador que para variar se abrieran a estudiar la posibilidad de que el Guadalmedina vuelva a ser algún día un río vivo.
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