Silencios

Estos días anda de nuevo revuelto el patio, sobre todo porque a la cautela lógica de Moncloa a la hora de difundir una información que cambia cada minuto y que además es sensible para toda la población se une, no nos engañemos, el criterio propagandístico de una y otra administración. El propio Servicio Andaluz de Salud ha apelado a una orden del Gobierno central para imponer el silencio entre sus profesionales sanitarios. No quieren que médicos, enfermeros y auxiliares cuenten a los periodistas lo que están viviendo en la primera línea del frente contra el coronavirus. Prefieren que Sanidad filtre, cribe y construya el mensaje. La falta de previsión, la indisponibilidad de material de protección suficiente, la urgencia de más test rápidos... la fotografía es tan poco tranquilizadora que puede acabar desgastando la imagen de unas autoridades cuya respuesta ante la pandemia habrá que juzgar más adelante.

También han levantado no poca polvareda las fotos de ataúdes y la publicación de las cifras de muertos que sólo eran sospecha de contagio. Hay quien no ha entendido que contar una crisis con 15.000 muertos no se puede reducir a los aplausos en los balcones. Hay un formidable manual de Kovach y Rosenstiel, 'Elementos del periodismo', que recuerda que la esencia de esta profesión es «la disciplina de la verificación». Entre el ruido ensordecedor de las redes y del sectarismo y el derecho a saber toda la verdad se impone romper esos silencios. Eso nos hará estar más seguros.