Sánchez, al final
Llegó serio, muy serio. Dicen algunos analistas que su traje oscuro dejaba ver desajustes, como si fuera algo más ancho de lo necesario. El nudo ... de la corbata algo grande para lo acostumbrado y de color azul, seguramente también tenía mensaje. La cara maquillada, muy maquillada, dos líneas oscuras eran las encargadas de oscurecer y hacer triste su expresión, así como demacrar al personaje. Su intervención fue impostadamente amarga y el anuncio de medidas o decisiones tildado por él mismo como «actuar con contundencia». Lo repitió varias veces, pero una auditoría y una reestructuración de la ejecutiva socialista no parecen resoluciones muy duras, parece una broma este injustificado énfasis. Se lamentó, intentó trasladar su victimismo como nudo de la cuestión y pasó de puntillas por el futuro. Guturalmente afirmó que hasta 2027 nada de elecciones y que España va «estupenda». También intentó dibujar que esta crisis no salpica al Gobierno, sólo al partido, algo curioso, o sencillamente falso, cuando se trata de adjudicaciones corruptas de obras públicas. Había gran expectación y los rumores se habían disparado, todos fueron negados, ni dimisión, ni crisis de Gobierno, ni disolución de las Cortes. Contestó preguntas, ninguna atrevida ni dramatizadora, por cierto, y se fue como llegó, muy maquillado y casi lloroso.
El viernes, al día siguiente, Cerdán no había entregado su acta de Diputado. ¿Espera al lunes o qué espera? Algunas fuentes cuentan que negocia los detalles de su salida, otras dicen que Santos Cerdán está o estaba ilocalizable y no coge el teléfono a sus compañeros del PSOE. Realmente no es tan relevante que lo haga o no, salvo para despreciar su palabra -dio una nota de prensa en la que lo anunciaba- o analizar la posible decepción de Sánchez, que expuso con solemnidad, insinuando autoridad, haberle pedido esa dimisión. Hay sitio en el Grupo Mixto, por si acaso. En lo que sí coinciden los analistas es que esto -la gran revelación- sólo acaba de empezar, que saldrán más sucedidos, conversaciones, hechos, nombres y mordidas. El Presidente está tocado, mucho, pero a poco que pueda él no quiere parar. Por si acaso, uno de sus socios más cualificados ya avisó de que quiere reunirse y analizar la situación. Vamos, que el precio ha subido, cosas del «negocio político» incesante que se traen entre manos. Entre tanto, Sumar dice «reset» -no se sabe en qué consiste, porque Yolanda Díaz afirma que el Gobierno no se toca- y Podemos gesticula sin parar, aunque tampoco agobia ni desahucia. El resto por el estilo.
Cuando el jefe de los corruptos es identificado sólo le queda testificar: o lo sabes, por lo tanto, lo consientes, o -casi peor- lo ignoras... La legislatura está acabada.
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