Ni saben ni quieren
España tiene 4,7 millones de hogares unipersonales. De esos, casi la mitad están habitados por mayores de 65 años. Son datos del Ministerio de ... Asuntos Sociales sobre los que este verano pasado alertó la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SCGG), que lanzó además un demoledor SOS: 2,5 millones de los nuestros no sólo viven, sino que se sienten solos. Llevamos ya de hecho unos cuantos casos de personas cuyo cadáver momificado descubre la Policía, casi siempre por casualidad, otras por avisos de vecinos, porque hace tiempo que murieron pero, simplemente, nadie los echó en falta.
Ítem más: Más de 256.000 personas con derecho reconocido a una ayuda por dependencia permanecen años en lista de espera, 6.000 de los cuales son casos severos o grandes dependientes. Cien personas mueren cada día en esta nómina de la desesperanza sin que les llegue la ayuda prometida. Son datos del Imserso recogidos en el Observatorio de la Dependencia y sobre los que lleva llamando la atención como predicador en el desierto la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, al frente de la cual ha estado el malagueño de adopción José Manuel Ramírez.
Los dos párrafos anteriores resumen sendas fotografías de la realidad de este país a las que, sin embargo, ninguno de los cinco candidatos que el pasado lunes protagonizaron el soporífero debate de la Academia de Televisión hicieron alusión. Ni siquiera cuando abordaron el postizo bloque de 'políticas sociales' pasaron al menos por encima de esta doble realidad que tenemos delante, que además se acrecienta década a década como consecuencia del progresivo envejecimiento de la población y el paralelo alargamiento de la esperanza de vida.
Pero se ve que, en esto, como en tantas otras cosas, ni los cabezas de lista ni sus asesores de campaña tienen los pies en el suelo. Quizá porque todo es, al cabo, una impostura construida a partir del marketing que les permite ignorar lo que realmente sucede y limitar todo a los cálculos de aritmética electoral en virtud de las reglas de D'Hont. O quizá, simplemente, es que ni saben ni quieren en verdad abordar los problemas que tienen ante sí porque es más eficaz la combustión cuando se reactiva el guerracivilismo y aquí todos volvemos a sacar a nuestros abuelos fusilados, las tías monjas violadas y los exilios lejanos.
Hace unos días un buen amigo, profesor universitario para más señas, trataba de persuadirme de que, aunque fuera con la nariz tapada, este domingo fuera a votar alguna papeleta válida. Fue en vano. ¿Cómo voy a confiar mi futuro a alguien que no conoce mi presente y que se enreda en nuestro propio pasado?
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