Seis perfiles que evitar en el camino hacia el emprendimiento

En este camino tan intenso y lleno de aventuras he ido aprendiendo de un montón de personas maravillosas pero, como no podía ser de otra manera, también me he ido cruzando con una serie de personajes que intentan, con mejor o peor intención, desvirtuar, enlentecer y/o desenfocar tus proyectos. Ruego que nadie se ofenda cuando me refiera a algunos perfiles más profesionales, pues como podréis entender, existen personas maravillosas y grandes profesionales en los grupos a los que me refiero, pero francamente existen también los perfiles a los que hago referencia y se debe prestar especial atención cuando sean detectados.

Con la intención de facilitar la compresión, los he agrupado en seis definiciones según mi experiencia. Obviamente podrían ser muchos más o muchos menos según la experiencia y los aprendizajes de cada uno. Antes de entrar a exponer los perfiles, quiero matizar cuál debe ser, al menos a mi juicio, el perfil del empresario y el emprendedor que exige el siglo XXI, siglo que he bautizado como «siglo del aprendizaje y la incertidumbre». Y es que, en mi opinión, los empresarios tenemos que transformarnos en maestros liendres pues, desde mi punto de vista, tenemos la obligación de comprender e integrar muchas áreas técnicas de conocimiento simultáneamente situación que inevitablemente conduce a que no seamos especialistas en ninguna de ellas.

Creo que la evolución desde el empresario del siglo XX, normalmente especialista en un área de conocimiento, hacia lo que yo considero que debe ser el empresario del siglo XXI , el maestro liendre, no es más que una consecuencia de la capacidad de adaptación de los empresarios al nuevo entorno en el que competimos. Y es que en este nuevo escenario, en el que lo único constante es el cambio, la incertidumbre, la aleatoriedad y la provisionalidad emergen como los tres actores principales del nuevo entorno. Competir en este nuevo ecosistema implica salir de nuestro foco de hiperespecialización para coger altura y, a vista de pájaro, intentar adquirir una visión global de las principales variables que más están afectando a nuestros negocios.

En el siglo XX, todos entendíamos de forma natural que las personas que tomaban decisiones estratégicas en las empresas eran personas especializadas en un área de conocimiento, normalmente la financiera; ahora estos mismos ejecutivos deben tener conocimiento suficiente y significativo en un montón de variables de diferentes verticales de conocimiento, jurídico, financiero, tecnológico, sectorial, macroeconómico, etc. Esta situación se debe principalmente a que la entropía del entorno ha crecido de forma exponencial y variables que hoy son válidas para tu toma de decisiones puede que mañana gran parte de ellas sean falaces y que además hayan surgido otras nuevas que influyan de forma significativa en tu estrategia competitiva. Esta velocidad de cambio implica que estemos continuamente atentos y aprendiendo de los flujos de aprendizaje que genera el aluvión de innovaciones al que estamos continuamente expuestos. Así que si alguien os acusa de ser un maestro liendre, simplemente sonríe y dile que no es más que una respuesta de adaptación al nuevo entorno.

Sin enrollarme más paso a realizar una breve reflexión de los principales perfiles a los que me he hecho referencia anteriormente:

Personas que suelen estar siempre atrapadas en un despacho, se suelen proteger detrás de una gran mesa y están continuamente queriendo tener reuniones contigo y gente de tu equipo. Dichas reuniones suelen ser eternas y nunca concretan nada, se abren temas y temas eternamente pero nunca cierran ninguno de ellos. Y si por algún casual o suerte del destino toman alguna decisión, siempre irán tarde, a destiempo, y normalmente lo hacen porque han visto que ya lo ha hecho un competidor y le va bien.

Todo les parece mal y a todo le sacan un problema que tiende a llevárselo a escala de problemón, todo lo cuestionan y siempre se abstienen a la hora de tomar decisiones, pues suelen tener «tendencia de corcho», es decir, que nunca se moján y siempre terminan flotando. La realidad es que no suelen tener criterio propio y se alinean con cualquiera que haga un planteamiento negativo.

Ojo, que vuelvo a matizar: no la profesión, sino algunos perfiles dentro de esta profesión que tienen esa conducta y modus operandi. Suelen ser personas que jamás se han jugado la piel, por lo que suelen aconsejarte de cosas que jamás han vivido, cuidado con ellos, pues te sacan un problema que no tenías, te lo solucionan de una forma que tú sabías y te cobran por ello. Muchas veces ni siquiera son inocuos sino contraproducentes pues te desenfocan de tu día a día. Son como una especie de «curas hablando de matrimonio», es decir, como cuando un cura empieza a darte consejos de cómo comportarte y qué hacer para llevar tu matrimonio a largo plazo. Es raro, ¿no? Si te paras a pensar es hasta un poco circense. Existe un chiste de consultor que es genial pero mejor os lo cuento cualquier día que nos veamos tomando un café.

A ellos les gusta llamarse gente «data driven» que es mucho más molón. Claro que es importante que tu compañía tome decisiones soportada bajo datos concretos, pero al «data driven», toda cantidad de variables y datos les parece poco. Son como los abogados que cobran por minutos y quieren siempre alargar las reuniones; pues igual, pero con los datos que siempre les falta algún dato o análisis adicional. Ojo, el problema es que muchas veces introducen tantas variables en la toma de decisiones que las suelen hacer muy complejas. Mucho más importante que los datos en general es saber cuáles son relevantes para tu toma decisiones y saber interpretarlos. Es decir, demostrar que el número de burros que nacen en Andalucía correlaciona positiva y significativamente con la cantidad de lluvia acumulada en el año, pues es un dato, además curioso, pero a mí solo me sirve para unas risas en una barra de bar.

Este tipo de personajes son especialmente peligrosos y la verdad es que yo actualmente los estoy sufriendo en una de mis compañías. Esta es gente cero humilde que siempre van a pensar que saben más que tú y que realmente tú, como empresario o emprendedor, eres alguien «listillo» que ha tenido algo de suerte pero que realmente, según ellos, no entendemos nada del sector en el que competimos. Este perfil, normalmente suele haber estudiado carrera o especialización en una de las grandes universidades, tipo Harvard, Stanford, Cambridge, etc., y suele ser gente que nunca ha competido en tu sector, que jamás ha cavado una trinchera ni se ha manchado la camisa de barro pero que ha estudiado un montón de «estudios de caso» parecidos, nuevamente según ellos al tuyo. Gente sentadas en un pupitre con aire acondicionado hablando de guerras que han enfrentado otros y terminan creyéndose soldados, que carajo soldados, capitanes generales. Siempre piensan que saben del sector, en el que tú llevas 20 años compitiendo y ellos acaban de llegar, mucho más que tú. Si los dejas, son capaces de desvirtuar tu negocio, extirparles el alma y dejar sin efecto tu estrategia competitiva. Suelen habitar mucho en las compañías de financiación alternativa por lo que os ruego estéis muy atentos para detectar a estos personajes antes de cerrar acuerdos con privates equity o ventures capitals.

Este perfil está impregnado de uno de los mayores males endémicos de la sociedad española: la envidia. Mi amigo Javier Imbroda siempre me decía que la envidia no era más que una admiración mal procesada. Y creo que tenía, como casi siempre, toda la razón, ¡pero qué mala es la envidia! Son personas que cuando te vaya bien querrán estar a tu lado y en tu presencia serán especialmente aduladoras. A tus espaldas, no lo dudes; intentarán ponerte toda las trabas y obstáculos que estén en su mano para que no avances. Son seres tristes, inseguros y, realmente, cagados de miedo, incapaces de luchar y pelear como tú. Si te va mal será el primero que en una mesa salte con el típico: «¡Qué!, que te dije, yo lo sabía, y mira que se lo dije». Otra de sus frases típicas, sobre todo si creció en un entorno cercano al tuyo es: «Esto es imposible que lo haga, pero si lo conozco del barrio…». En definitiva, unos regalitos que debéis estar atentos a ellos para alejaros lo máximo posible.

Sin más, deciros que en mi camino de vida, movidita como obviamente os podéis imaginar, me he equivocado mucho, he fracasado mucho y cometido un montón de errores. Por supuesto que también he aprendido y acertado mucho y, como no puede ser de otra manera, me he encontrado con gente maravillosa que me ha brindado su ayuda de forma totalmente altruista. Lo único que os ruego es que cuando os crucéis con estos perfiles no dejéis que os desanimen o desenfoquen. Sin más, os deseo salud y fuerza para afrontar el camino que lo demás lo pondremos, de una u otra manera, nosotros.