Olvidados
Estaría bien que, tras relajarnos de las tensiones provocadas por el clásico, de despellejarnos a cuenta de los restos de un Franco del que en ... el Valle de los Caídos apenas debe de quedar una muestra del polvo que fue, nos parásemos a pensar en el vecino de al lado. Porque si no es el de la puerta contigua, es más que probable que sea el que vive encima, o abajo, o su abuelo, o el primo tercero o vaya usted saber cuál pero, insisto, dudo mucho de que no tenga muy cerca, cuando no dentro, a alguna de las 80 personas que cada día mueren en este país mientras esperan una ayuda, según constata el último informe del Observatorio de la Dependencia. Escribo esto porque, ahora que se nos va la pólvora en salvas ideológicas, ahora que nos van a invadir el buzón con más de cien mentiras que no valen la pena, y vive Dios que si no le prometen un apartamento en Torrevieja es porque ya pasó de moda el '1,2,3', sería saludable hacer un ejercicio de realismo y acordarnos de quienes sufren la realidad cruda lejos del 'show-business' de la política ficticia, que diría Villalobos, y aprovechar estos tiempos revueltos para tomar conciencia de que, en medio de esta modernidad líquida al estilo Bauman donde nos vuelve loco un 'meme' de Twitter o el lío Rivera-Malú, muchos de los nuestros las están pasando canutas para, simplemente, vivir con dignidad.
Son los olvidados de nuestro tiempo, aquellos que mientras arriba del puente suenan frívolas carcajadas, abajo hacen cábalas para poder llegar a fin de mes y pagar el colchón antiescaras, los pañales de adulto o la barra lateral de protección que impide que se vaya al suelo en plena madrugada y a ver quién lo levanta.
Pienso en ellos y no puedo evitar acordarme de la eterna espera para un plan nacional contra el alzhéimer. Ha habido tantas promesas que uno ya ha perdido la cuenta. Sí recuerdo la penúltima, que fue en noviembre de 2017 durante el VII Congreso Nacional de Alzheimer que se celebró en Málaga. En una de las ponencias, el coordinador del Gobierno de Rajoy para este asunto, Fernando Vicente, anunció a bombo y platillo que España tendría un Plan de Estado para esta enfermedad «antes de final de año». Pues, como a Armada, aquí seguimos y ni está ni se le espera. Más recientemente, en septiembre de 2018, la directora general del Imserso, Carmen Orte, volvió a situar la aprobación del Plan Nacional de Alzhéimer en un horizonte inmediato. Claro, que lo condicionó a la aprobación de unos Presupuestos Generales encallados en la bronca.
Y mientras todo eso pasa, el ruido nos impide oír cómo malviven para sobrevivir. Por eso, quizá, habrá que hacer como en la canción de Silvio y reunir a esa crítica masa de Dios que no es post ni moderna a ver si haciendo bulto salen del olvido.
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