Nada nuevo bajo el sol del verano
Al volver a casa de vacaciones encontré en el correo un sobre con un libro de mi profesor de Historia de las Ideas y las ... Formas Políticas, Juan Trías Vejarano, titulado 'Del antiguo régimen a la sociedad burguesa. El cambio de visión de Bodino a Hobbes'. El libro venía con una cariñosa dedicatoria en la que el profesor Trías recordaba «un curso estupendo en el aula del jardín de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, sita en el campus de Moncloa». Han pasado cuarenta y un años desde entonces, pero el libro y la dedicatoria de Juan Trías me trajeron el recuerdo vívido de aquel curso, del aula del jardín, de la cafetería y de algunos de mis más queridos compañeros de promoción, como mi inseparable Enrique Martínez Marín, las también inseparables Mamen Sendino Sanz y Carmen Navarro Felipe, Fernando Santiago Ceballos, Pedro Cordero Quiñones, todos tan brillantes, y tan jóvenes en mi recuerdo.
Juan Trías nos hizo leer a los grandes del pensamiento político y, sobre todo, nos enseñó a pensar a nosotros. Salíamos de clase llenos de entusiasmo y de curiosidad, dispuestos a discutir de todo y con todos, y buscábamos en los libros una ventaja para el combate. Creo que aquel año dediqué a su asignatura más tiempo que a todas las demás juntas, discutí de política con los campesinos griegos y con Aristóteles, con los príncipes italianos del Renacimiento y con Maquiavelo, con los comerciantes ingleses y con Locke, con los capitalistas manchesterianos y con Marx, y siempre con Enrique Martínez, que unas veces hacía de Weber y otras de Marx, según fuera necesario revivir a uno u otro para nuestro entrenamiento. Porque queríamos saber toda la teoría política del mundo.
Con los años he llegado a la conclusión de que, en realidad, todo el mundo sabe mucha teoría política. Es más, creo que la diferencia más relevante entre unas personas y otras no estriba tanto en la cantidad de la teoría política que saben, sino a quién se la atribuyen. El mundo se diferencia entre las personas que, cuando discuten de política, saben qué pensadores hablan a través de ellas, y las personas que piensan que todo lo que dicen se les ha ocurrido a ellas por primera vez.
Leyendo las declaraciones de algunos dirigentes políticos de Ciudadanos sobre la marginación de las mujeres en la configuración del gobierno de la Comunidad de Madrid, o sobre la crisis de los refugiados, me pregunto si quienes las han hecho pensarán que se les han ocurrido a ellos por primera vez, o si sabrán la lamentable tradición a la que esas ideas pertenecen. Estigmatizar a ministras socialistas, solo por el hecho de ser mujeres, presumir de querer acabar con los impuestos, o mofarse de quienes mueren tratando de huir de la pobreza, no son ideas originales en el (por llamarlo de algún modo) pensamiento político, y desde luego no pertenecen ni al ideario de la socialdemocracia, ni al del liberalismo rawlsaiano. Los impecables, e implacables, padres intelectuales de Ciudadanos deberían saber a estas alturas de quién es el huevo que han incubado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión