Mucho te quiero, perrito
Todos dicen que le preocupa la vivienda, pero ninguno suelta la parte de impuestos que le tocan...
Para explicar cómo afrontan todas las administraciones el problema de la vivienda en España, tenemos un refrán que lo sintetiza todo en una sola frase: « ... Mucho te quiero perrito, pero pan poquito». Para los que seáis jóvenes y no conozcáis este dicho viejuno, se usa (o usaba antaño) para describir situaciones en las que alguien promete y dice apoyar cualquier causa; pero a la hora de la verdad, cuando toca demostrar con hechos lo que predica, nada de nada.
Lo último en este juego permanente de decir y no hacer consiste en cambiarle de nombre a todo. Ya no es que los pisos sean caros, escasos y casi nadie se los pueda permitir: vamos a llamarlo «emergencia habitacional». Es verdad que sufrimos una crisis en el acceso a techo que tiene pocos precedentes, y bravo si esta declaración sirviera, como se pretende, para acelerar los trámites y activar nuevos suelos donde construir viviendas, sin tener que esperar una década a los trámites urbanísticos. Pero todos sabemos que eso es un sueño muy difícil de cumplir, porque luego llegará Urbanismo con su PGOU, y sus mil y una normas, y el estudio de impacto ambiental de la colonia de caracoles y si los aviones le pasan al del ático rozándole el flequillo. Total, años y años de trámites antes de poner el primer ladrillo.
Pero hay alternativas fáciles y rápidas de poner en marcha, y que ayudarían mucho, especialmente a esos jóvenes que son los que las pasan más canutas para salir de la casa de sus padres. En Andalucía ya se ha dado un primer salto, una propuesta de los empresarios que fue bien recogida por la Junta, que todo hay que decirlo. Gracias al programa de avales ya no es necesario tener el 30% del valor del inmueble ahorrado (10% para los impuestos y trámites, y el 20% que el banco no te da de la hipoteca).
¿Y qué pasa con ese 10%? Pues el siguiente paso está claro: si es verdad, que lo es, que sufrimos una «emergencia habitacional», habrá que empezar por descargar de impuestos a los jóvenes y colectivos más vulnerables. Un 10% de un piso en forma de IVA, si es nuevo, o un 7% de ITP si es de segunda mano, son muchos miles de euros que se lleva la administración a costa del esfuerzo titánico que hacen muchas personas para lograr un techo. El Estado recauda el primero y la Junta el segundo, y casualmente, están en manos de signos políticos distintos. Es un buen momento para un pacto por el cuál unos y otros renuncien a su comisión, al menos para los ciudadanos que más lo necesitan. ¿O vamos a seguir con el cuento del mucho te quiero, perrito?
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