Juntos por Málaga
La necesidad de mejorar la red ferroviaria de la provincia para evitar un colapso de la movilidad ha generado un inédito frente común de toda la sociedad civil que no se debiera desaprovechar ni politizar
Dicen que solo se va más rápido pero que juntos se llega más lejos. Y es verdad. Cuando una sociedad genera una aspiración compartida y ... es capaz de trabajar con un objetivo común es muy difícil que no consiga lo que se proponga. Lo complicado es canalizar toda esa energía y evitar las injerencias más o menos interesadas y generalmente alejadas del fin prioritario. En estos tiempos, además, es importante evitar la politización para que ningún partido ni ninguna ideología abandere como si fuese suyo algo que es de todos.
En Málaga, hace ya muchos años, hubo un ejemplo muy significativo y diría que inédito por sus peculiaridades. Miles de malagueños se echaron a la calle para defender un museo. ¡Un museo! La plataforma 'La Aduana para Málaga' consiguió doblar el brazo a las administraciones públicas para que el Palacio de la Aduana se convirtiera en la sede del Museo Provincia de Bellas Artes y del Museo Arqueológico. Un éxito colectivo, sin duda. Y del que hoy disfrutamos todos.
Viene esto a cuento porque en los últimos meses se está percibiendo en la provincia un movimiento que comienza a tener forma de reivindicación colectiva. Hoy en las páginas de SUR y en nuestras plataformas digitales recopilamos la opinión de numerosas entidades, asociaciones y colectivos sobre la necesidad de mejorar las infraestructuras ferroviarias de la provincia y, en concreto, de acometer el llamado tren del litoral. No recuerdo que un proyecto conciliara tantas y tan diversas opiniones, lo cual hace pensar que se va en la dirección correcta. Todas esas voces que hoy publicamos se hacen una en un inusual frente común
La semana pasada, en estas mismas páginas, hablé del proyecto y de cómo lleva varado en los despachos de Madrid desde hace más de 20 años y de cómo son tantos los argumentos a favor que va a ser imposible que cualquier gobierno, sea del color que sea, pueda seguir ignorándolo durante mucho más tiempo. Y sobre todo porque ese tren del litoral no es una frivolidad, sino una necesidad para mejorar la vida de los ciudadanos, de las decenas de miles de trabajadores que cada día se desplazan por la provincia. No es un lujo y un tren para señoritos. Es, simplemente, una necesidad. Porque las infraestructuras transforman los territorios, como lo hizo la A92 en Andalucía o como lo hizo y hace el aeropuerto de Málaga.
En la franja de la Costa del Sol hay en estos momentos casi un millón y medio de empadronados, a los que hay que sumar los turistas que vienen durante todo el año así como los trabajadores que bajan desde municipios del interior. Y en toda esta gran Málaga, en esta urbe metropolitana, sólo hay una pequeña línea de cercanías entre Málaga y Fuengirola que, por cierto, es la más rentable de España y también la más olvidada por el Gobierno. Por el de ahora y por los de antes. Además, Marbella es la única ciudad de España con más de cien mil habitantes (más residentes y turistas) que no está conectada por tren. Sí, la única. Y en el caso de la zona oriental, en la Axarquía, la conexión por autovía está ya colapsada y no se vislumbran alternativas posibles al coche privado.
Hay suficientes argumentos para defender que Málaga necesita una conexión por tren en la Costa del Sol y que, además, pueda conectar con el Campo de Gibraltar con Nerja. A veces da la sensación de que muchos políticos se ven incapaces de afrontar un proyecto de tanta envergadura, sin darse cuenta de que, precisamente, están en sus puestos para ello.
Hay que tener en cuenta que más del 80 por ciento de los habitantes de Málaga viven en esta franja litoral y que hay municipios como Benalmádena, Estepona, Fuengirola, Mijas, Rincón de la Victoria, Vélez-Málaga, Nerja o Torrox que en los últimos 25 años han duplicado e incluso triplicado su población. Y eso indica que o se toman medidas ahora –más aún con infraestructuras que requieren muchos años para su ejecución– o el estrangulamiento de la movilidad frenará en seco el desarrollo de una provincia como Málaga que, además, es la locomotora económica de Andalucía. No hay excusas.
Y este grito colectivo para exigir el tren de la Costa del Sol debe escucharse en todas las administraciones despojado de matices partidistas o políticos. Será curioso observar a partir de ahora a aquellos representantes públicos que se pongan de perfil o prefieran doblar el espinazo ante sus jefes antes de encabezar esta reivindicación. Se trata de pasar a la historia como correveidiles de la política o como artífices del bien común como ocurrió con aquellas y aquellos que hicieron posible el AVE, el aeropuerto, las rondas de circunvalación y aquellas actuaciones que mejoraron la vida de la gente.
Cuando la sociedad civil da un paso adelante, las fanfarronadas políticas se empequeñecen hasta el ridículo y lo grotesco. Y me vienen a la memoria reyezuelos financieros, hoy en el ostracismo, que cayeron por el embate de esa sociedad civil –aunque no de toda– de Málaga. Este mensaje que hoy se escenifica en las páginas de SUR puede aún agrandarse hasta convertirse en un ariete que derribe todos esos obstáculos que durante más de 20 años han impedido que el tren de la Costa del Sol sea hoy una realidad. Ojalá dentro de otros 20 años se pueda mirar atrás con el orgullo de que unidos, juntos por Málaga, se consiguió lo que hoy parece imposible. Veremos.
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