Ebullición creativa bajo la niebla política
Los premios Evolución son un ejemplo de la enorme actividad emprendedora que hay en Málaga, con multitud de proyectos que a veces son invisibles y poco reconocidos ante la frenética actividad pública
El taró es una niebla espesa que se origina cuando brisas cálidas de sur-sureste que recorren la provincia de Málaga entran en contacto con ... el agua fría del mar. La condensación provoca una bruma que llega a ocultar casi por completo calles y edificaciones de la franja marítima y en la que sólo sobresalen como enormes lanzas las grúas del puerto o la aguja del edificio de La Equitativa, como si quisieran hacerse ver entre el espesor. Esa imagen tan particular me sugiere algo que está pasando desde hace ya algún tiempo en Málaga y que merece se contado como un ejercicio de autoestima colectiva.
La actividad política local, regional y nacional es como el taró: absorbe toda la atención mediática y se extiende por todas las rendijas de nuestro día a día como un manto nebuloso que no deja ver. Ni oír. La acción de los partidos, sus enfrentamientos y sus polémicas generan tanto ruido que es imposible escuchar lo que ocurre a nuestro alrededor.
Tanto es así que ya se empiezan a escuchar voces alertando de ello y sobre el poder desorbitado de la clase política en España, como describió recientemente la abogada Miriam González, precursora de un código ético de Gobierno. «Me preocupa la falta de foco en los problemas reales del país. Veo el debate político y pienso: ¿qué tiene esto que ver con lo que realmente nos ocurre? Es como si el Parlamento fuera otra historia, una película distinta que no refleja la realidad del país», manifestó en una entrevista reciente.
También Rasmus Nielsen, director del Instituto Reuters se expresó en un sentido similar: «Es muy peligroso empoderar a los gobiernos para que sean árbitros de la verdad».
Empieza a ser asfixiante no sólo el exagerado protagonismo de la actividad política sino el enorme poder que las administraciones públicas y sus gobiernos están ganando en detrimento de la propia sociedad civil.
Por ello es importante hacerse ver, como los brazos de esas grúas de la plataforma de contenedores que se alzan entre la neblina para eso, para recordarnos que están ahí. Porque bajo este taró político hay una ciudad, la de Málaga, con una extraordinaria actividad creativa y emprendedora, con numerosos equipos y empresas que investigan, trabajan, innovan y sueñan con metas grandiosas.
Detrás del relato catastrofista que a veces inunda el debate ciudadano, también hay mucho optimismo y un nuevo modelo de sociedad que intenta abrirse paso, sustentado en la inteligencia humana, en la cooperación y en equipos cosmopolitas que enriquecen esos proyectos. Por poner un ejemplo, sólo en el campus 42, la escuela disruptiva de programación que hay en el Polo Digital de Tabacalera, hay unos seiscientos alumnos de 42 nacionalidades diferentes. Eso, no cabe duda, es un magma de inteligencia y conocimiento multicultural que sólo puede traer cosas buenas.
Y es ese volcán el que lleva en erupción en Málaga desde hace algún tiempo, con numerosas empresas y equipos de investigación dignos de admiración. Los Premios Evolución, una iniciativa de BBVA y SUR, con la colaboración de Avanza, tratan desde hace nueve años de dar visibilidad a este tipo de iniciativas y en este tiempo han sido reconocidas, entre otras muchas, BeSoccer, Animum, Up to Down, Freepick, Airzone, Tienda Animal, Sequel, Medac, Hispasec o Todocolección, iniciativas que alcanzaron el éxito y con operaciones internacionales de muchos cientos de millones de euros que demuestran que aquí, desde Málaga, se ponen en marcha ideas globales que triunfan en todo el mundo. Es parte de la Málaga emprendedora que nunca debe quedar eclipsada y que son referentes para ilusiones incipientes.
En estos tiempos padecemos un reduccionismo patológico a la hora de afrontar análisis y problemas complejos, como si todo pudiese simplificarse con el blanco y el negro. Y por ello se tiende en demasiadas ocasiones a un derrotismo que se expande como el terral con la misma sensación de asfixia. Es absurdo ignorar problemas graves como la vivienda, la movilidad o la precariedad salarial que afectan a importantes sectores de la sociedad y cuya prioridad está fuera de dudas, pero no tiene sentido ignorar por ello otras iniciativas y sectores que, como vemos, se van abriendo paso en Málaga.
El jueves por la tarde los IX Premios Evolución galardonaron a S.Lab, una empresa de embalajes sostenibles puesta en marcha en Coín por jóvenes empresarios ucranianos; 42 Málaga, la escuela de programación impulsada por la Fundación Telefónica; Telma, el instituto de investigación de telecomunicación de la UMA donde trabajan 150 investigadores; Biotonomy, una empresa con un equipo internacional que desarrolla arquitectura sostenible y jardines verticales, y HRider, una empresa local enfocada a la gestión de recursos humanos. Ellos son este año esa muestra del germen emprendedor de Málaga, caracterizado por la formación, la multiculturalidad y la internacionalización, pero sobre todo por ese deseo de utilizar la tecnología más avanzada para hacer un mundo más humano y más inclusivo. Unos valores que conectan con la esencia del galardón de estos premios que tan bien quedan reflejados en la escultura de Francisco Martín Molina –una figura de un personaje sobre el bloque que simboliza el progreso– y en las ideas que le inspiraron: «El ser humano siempre debe estar por encima de la innovación y la tecnología. Sólo así podremos aspirar a un mundo mejor».
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