Málaga tiene cantera
Llena de esperanza conocer a jóvenes que viven lejos y que están volcados con su ciudad
Málaga tiene cantera, que es algo de lo que no pueden presumir todas las ciudades. Incluso los que han hecho su vida, circunstancialmente o de ... forma indefinida, en otros lugares siguen unidos por ese cordón umbilical irrompible que son las raíces. Se acaba la Semana Santa y vuelven a sus vidas corrientes todos los que se han deslomado llevando tronos sobre sus hombros en las procesiones. Algunos han viajado desde ciudades lejanas para ver a sus familias y amigos, sí, pero también les han robado horas a estos para cumplir con sus cofradías. Casi siempre, además de la devoción, pesa la responsabilidad como malagueños de mantener vivas las tradiciones, de hacer posible un espectáculo en la calle que atrae a miles de visitantes. Olé por ellos.
En esas mismas fechas, otro joven malagueño alcanzó por fin la meta que se había marcado cuatro años atrás. Pocos le conocen, e igual su hazaña tampoco les dice mucho, pero como gesto no tiene precio... Ni precedentes. Álvaro Rojas Zamora, de 33 años y del barrio de Gamarra, es ingeniero aeronáutico y mecánico, y una promesa dentro de la multinacional británica Rolls-Royce. Trabaja en su factoría de Derby, en el centro de Inglaterra, donde se diseñan, fabrican, montan y prueban los motores que permiten volar a las grandes aeronaves comerciales. Cuando una de esas máquinas agotó su vida útil y se planteó mandarlo al desguace, Álvaro levantó la mano y propuso cederlo al Museo Aeronáutico de Málaga, una pequeña joya para los amantes de la aviación y la ciencia, y un gran desconocido que merece la pena descubrir, especialmente para los niños.
No fue precisamente un camino de rosas, pero Álvaro siguió al frente de la iniciativa aun cuando ya no estaba trabajando con ese tipo de motores. El joven ingeniero tenía claro que esa pieza, que ya está expuesta y que es la única de su categoría que es visitable por el gran público en toda España, iba a acabar sus días al sol de la Costa.
El joven ingeniero no sólo transmite la pasión por su trabajo, sino que también está empeñado en ayudar a los que vienen detrás, como voluntario en actividades de divulgación de la ciencia, entre otros, en el museo para el que ha promovido esta donación. Y con el sur como referencia omnipresente, un sentimiento seguramente acrecentado por el hecho de vivir y trabajar lejos de su tierra.
Estoy convencido de que la historia de las ciudades se compone de pequeños grandes gestos que marcan la diferencia; Álvaro Rojas y 'su' motor de avión ya tienen un hueco en la de Málaga.
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