En la Luna
La rotonda ·
Claro que hemos avanzado mucho estos 50 años, pero también nos hemos dejado algo en el caminoAhora que se celebra el aniversario de la llegada del hombre a la Luna, es fácil comprobar todo lo que hemos avanzado en este medio ... siglo. Más nos vale, desde luego, porque mucho ha llovido y hasta nos ha embarrado de 1969 hasta aquí como para que hubiéramos reducido toda la metáfora lunar a pequeños pasos para la humanidad. Tampoco me negarán que, con los ojos de hoy, hay mucha nostalgia impregnada en la foto de esas familias reunidas al completo ante el televisor en blanco y negro, en ese desvelo por asistir en directo, con la voz del inconfundible Hermida, a la hazaña de Collins, Armstrong y Aldrin. Quizá porque veníamos de donde veníamos y aquello, además de parecernos de ciencia-ficción en un país que aún creía en el poder sobrenatural del agua bendita de la pila bautismal, también nos hacía ver más allá del espejo gris en el que obligaron a mirarse a nuestros padres y abuelos. Aquella retransmisión era, en realidad, una ventana a un mundo donde a veces los sueños imposibles se hacían realidad y donde el ser humano tenía un futuro más allá de las siniestras tinieblas que los meapilas habían tejido en el imaginario colectivo de posguerra y misa diaria.
El régimen andaba entonces sacudido por la corrupción en pleno estallido del 'caso Matesa', con falangistas y tecnócratas sumidos en una guerra intestina del gobierno franquista que el dictador cortó por lo sano en su costumbre de no dar explicaciones para eliminar adversarios y críticos. Así que los españoles se asomaron a la pequeña pantalla para ver un vuelo espacial que en realidad transportaba la esperanza hacia avances científicos y tecnológicos de los que hoy todos disfrutamos. Hacia un mundo mejor, en suma.
Sin embargo, también algo nos hemos dejado en ese camino. Hoy, las televisiones no muestran apenas una luz hacia la que dirigirse. Más bien al contrario, se han convertido en una galería de mamarrachos, donde los líderes de audiencia, además de no saber hacer la 'o' con un canuto, vienen a menudo de la cárcel o muestran sin rubor lo más impúdico de su analfabetismo. A eso, claro, esa colección de referentes sociales, donde entre 'youtubers', futbolistas que les hacen el 'dribling' al Fisco, tuiteros sin fundamento más allá del insulto y tertulianos a sueldo de la partitocracia lo que tenemos es un discurso colectivo construido a fuerza de odio.
Y esto, con unos representantes políticos que no se parecen ni en el blanco de los ojos a aquellos de la Transición, que articularon una convivencia ejemplar desde los ecos terribles de la Guerra Civil. Estos, más bien, andan de menudeo de ministerios para poder jubilarse sin desgastarse. Así que, cincuenta años después, estamos mejor, claro que sí. Pero en algunas cosas seguimos mirando a la Luna. Veremos si algo mejora en septiembre.
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