La Ley de Dependencia
Me indignan las injusticias contra los más pobres. Muy especialmente, si proceden de quienes tienen que velar por su bienestar. Pienso ahora en las administraciones ... públicas. No están exentas de deslizarse por la corriente de la injusticia, en este caso, estructural. La cercanía de las elecciones son caldo de cultivo para promesas electorales que se esfuman en días. Con el consiguiente fraude. Hay formas sutiles de promesa de dudosa concreción: generan un espejismo electoral aprobando una legislación que arranca el aplauso de lo políticamente correcto o directamente inician procesos que se sabe, a ciencia cierta, que no estarán conclusos en corto plazo. Es lo que pasa con la Ley de Dependencia.
En Andalucía se han contratado a un grupo de asistentes sociales para que evalúen a todas las personas que han solicitado la Ley de Dependencia. Es posible que quien vive en Málaga y sea solicitante desde hace años sin respuesta o solo desde hace meses de la Ley de Dependencia, haya recibido la visita de un profesional para evaluar al enfermo que solicita la dependencia. Sin embargo, aunque los solicitantes de Málaga hayan sido evaluados al completo y no haya lista de espera, que nadie se confunda: la resolución sobre la solicitud tardará en llegar. Quizá en muchos meses. El embudo administrativo impide que en los próximos años todos esos enfermos y enfermas tengan acceso a la pronta resolución. Muchos, como es el caso de tantos, habrán fallecido antes de recibir la ayuda merecida mientras los familiares han estado viviendo en un espejismo electoral. No quito un ápice a la complejidad del sistema, pero no tampoco a la responsabilidad que tenemos para no crear falsas expectativas, especialmente a quien sufre el desamparo o la necesidad. Es una cuestión ética que nos afecta a todos. También a la credibilidad política.
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