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La hora muerta

Cita en el sur ·

Pablo Aranda

Málaga

Miércoles, 5 de septiembre 2018, 09:00

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Hablan de cambiarnos la hora y se cierne sobre nosotros la noche de los tiempos. Si permanecemos con el horario de verano, en Málaga amanecería, ... que no es poco, a las 9.30. Qué triste la panadería de noche y qué triste la noche al otro lado de los cristales cuando trabajamos por la mañana. Los que trabajamos, porque los datos de ayer del paro son para ponernos en movimiento. La operación retorno a lo mejor era esto: la vuelta a casa, y sin turrones. El turismo ha caído, pero es que no puede estar siempre creciendo. En Andalucía es donde menos ha caído, aunque los turistas se han gastado más. El turismo de lujo maneja una calderilla estratosférica y los vuelos directos del Golfo facilitan el intercambio. El buen turista no madruga, por lo que le da igual a qué hora salga el sol por Antequera; pero qué tristes las aulas con un tubo fluorescente titilando. (A un amigo de China le pregunté qué tal le iba y me dijo titilando.) Eso sí, atardecería también más tarde, y los hosteleros se frotan los bolsillos imaginando las terrazas bañadas por un sol cenital. Si viviésemos en un invierno perpetuo, al menos en horario, en agosto amanecería a las 6.24, aunque yo no me levantaría para comprobarlo. La noche caería a las 20.20 en agosto. Tal vez lo ideal sería mantener el horario de invierno por la mañana y el de verano por las tardes. Habría una hora muerta, claro, aunque sería la de la siesta, que es la única manera que tenemos de detener el tiempo.

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