La feria, ese gran escaparate...
Desde hoy, 16 de agosto, Málaga se transforma en un gran escenario festivo en el que se combina tradición, cultura y modernidad: es la Feria ... de Málaga, cuyos orígenes más remotos se remontan a 1487, en conmemoración de la incorporación de la ciudad a la Corona de Castilla, pero que en su versión moderna hay que datarla en 1887, cuando Picasso aún vivía en Málaga, siendo 1987 otra fecha clave por la recuperación como tal tras años de decadencia en los 70. Hoy la feria goza de una buena salud, pero también se debate en su esencia y en lo que debe ser su futuro lo que para nada oculta la realidad de que se ha consolidado como uno de los eventos estivales más emblemáticos y famosos del verano de España.
La feria, dividida en dos escenarios -el Real de Cortijo de Torres y un Centro Histórico que se niega a desaparecer- ofrece dos experiencias complementarias y 24 horas de actividad que pocos cuerpos y bolsillos aguantan. Esta dualidad la hace atractiva para públicos diversos, desde malagueños y andaluces hasta turistas nacionales e internacionales. El real de Teatinos, sin duda, hoy por hoy se está imponiendo en el día por la atracción de los caballos, los carruajes, la moda del 'tardeo' y, por supuesto, por la comodidad de que la mayoría de las casetas disponen de aire acondicionado.
En términos económicos, la Feria de Málaga es un potente motor para la ciudad. Según estimaciones municipales y empresariales, genera un impacto superior a los 50 millones de euros, con beneficios directos para la hostelería, el comercio, el transporte y el sector cultural, y además, es un escaparate para la marca 'Málaga'.
No obstante, el éxito de la feria trae consigo deberes que Málaga debe cuidar para garantizar su sostenibilidad y prestigio. Entre ellos, el control del consumo excesivo de alcohol en las calles, que puede empañar su imagen; la gestión de residuos y limpieza, crucial en eventos masivos; y la preservación de la identidad local frente a la posible masificación turística que diluya su carácter auténtico. También es importante reforzar su vertiente cultural y preservar una de sus principales características: es una fiesta abierta a todos. Esta no es (no debe ser) una feria de pueblo, con perdón, sino que debe ser un referente del verano festivo patrio, un activo económico de primer nivel y una oportunidad para proyectar la ciudad al mundo. Cuidar su autenticidad, mejorar su gestión y reforzar su propuesta cultural serán las claves para que siga brillando como la gran fiesta del sur de Europa.
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