Yo estoy bien
La realidad no siempre es tan evidente como nos gustaría a los que estamos mirando. Lo último es la frustrada y estéril cumbre o Conferencia ... de Presidentes, un evento organizado como un mitin, sin documentación ni orden del día. «Juntemos la bilateridad y la multilateralidad» y tendremos más incertidumbre nacional y más discrecionalidad para El Sánchez, que el poder invasivo que ejerce, aún se le queda corto. Finalmente, los portavoces gubernamentales farfullan entre dientes condonar las deudas de las comunidades autónomas, el llamado 'FLA' y mucho más. O sea, una vez que el estado asume el monto total de las deudas de todas las comunidades, se redistribuirá la obligación de pago entre quienes lo integran, los ciudadanos. Porque ni el dinero es vapor ni la contabilidad se puede borrar, aunque las partidas cambien de cuenta o columna. Harán tabla rasa de la administración y la gestión. Unos crearon embajadas o gastaron en lo que no debían y llega la segunda amnistía. Gasta como quieras que luego repartimos.
Con sonrisas a la puerta, uno de los grandes protagonistas del momento, el testigo Ábalos, hizo su declaración ante el Tribunal Supremo. Tras no contestar algo más de trecientas preguntas, este oscuro actor afirmó «haber despejado todas las dudas...». Ahora cabe esperar la aprobación del Suplicatorio del Congreso para autorizar su imputación. Eso sí, en febrero, pues en enero no hay plenos. En esta España esperar la caída de la piedra exige una paciencia a prueba de filosofía, decía el pensador que «el aplazamiento es vida...». Sí, amigos no tengan prisa, o al menos disimulen. De hecho, el éxito de Pedro Sánchez se mide por horas de permanencia, cada día, cada mes, son puntos de acumulada e inocultable felicidad. La condición institucional presidencial es como un gotero lleno de elixir vigorizante, intenso causante del éxtasis que le hace elevar su persona y flotar, o así sentirse en su personalísima experiencia mística. Al final, hay figuras inefables que se hacen inevitables, que quieren gobernar y presidir, aunque la inmensa mayoría no los quiera para ello, es como si su 'misión' fuera más importante que cualquiera otra voluntad o deseo.
Salió de Paiporta en volandas, con rostro desabrido, agotado y dolorido, casi lloroso. Un palo voló cerca de la comitiva y rozó la espalda de un fotógrafo, pero se corrió la voz de que le había dado a Sánchez y él lo creyó, seguramente tuvo una sensación telepática y, por lo tanto, tuvo que irse, sujetado por sus escoltas, a pique de caerse al suelo, debilitado por el impacto del palo que nunca le tocó. Tras su huida, ya a salvo, tomó aire y lo dijo: «Yo estoy bien».
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