AGRADECIÉNDOLE LOS SERVICIOS PRESTADOS
Calle ancha ·
Hace sesenta años, durante unos meses, de manera interina, ocupó el cargo de alcalde de Marbella don Jaime Molina Martínez, quien era primer teniente alcalde ... en el segundo mandato al frente de la alcaldía de don Francisco Cantos Gallardo. Cantos rigió Marbella durante más de veinte años en tres etapas distintas. La segunda de ellas concluyó el ocho de mayo de 1959, cuando presidió su última sesión de pleno. Cosas de las coincidencias, ese mismo día, el Gobernador Civil de la provincia, firmaba el escrito de cese dirigido para su conocimiento a la corporación marbellí. Tres días más tarde, el once de mayo, se convocaba, a las seis de la tarde, pleno extraordinario, presidido por Molina Martínez. Los ediles tuvieron conocimiento del comunicado del Gobierno Civil: «el excelentísimo señor ministro de la Gobernación, por resolución de seis del actual, ha acordado cese en sus funciones de alcalde don Francisco Cantos Gallardo, agradeciéndole los servicios prestados, y disponiendo se haga cargo interinamente el señor primer teniente de alcalde, hasta que sea cubierta la vacante». Época donde el dedo de la Gobernación hacía y deshacía a voluntad, sin mayor necesidad de argumentos, justificaciones o cualquier suerte mínimamente democrática. Jaime Molina ejercería interinamente hasta el siete de agosto de 1959, cuando el pleno se reunió en sesión extraordinaria, a las doce de la mañana, para la toma de posesión del nuevo alcalde, cargo para el que fue designado el veterinario don Ricardo Lucena Sola. Asistieron Ramón Vida, delegado del Gobernador Civil; el alcalde entrante Ricardo Lucena y los concejales Jaime Molina Martínez, José Molina Navarro, Francisco Lima González, Francisco Lorenzo Cuevas, Antonio Maíz Viñals, Manuel Bermúdez García, Enrique Belón Lima, Andrés Sánchez Cantos, Salvador Guirado Cervera, Emilio Pino Ridruejo, José Rodríguez Sánchez y Juan Sánchez Villalta. Como secretario accidental actuó Francisco Cuevas Blanco. Como asunto previo, hizo uso de la palabra el delegado del Gobierno Civil para agradecer los servicios prestados por Cantos Gallardo y por Jaime Molina durante su interinidad. A continuación, el secretario dio lectura a una comunicación del Gobierno Civil donde se hacía constar que «el excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, en oficio de 28 de julio comunica a este Gobierno Civil, que en uso que le confiere la vigente Ley de Régimen Local, ha acordado nombrar a don Ricardo Lucena Sola, alcalde presidente del ayuntamiento de esa ciudad. El escrito estaba firmado en Málaga, a primero de agosto y lo rubricaba el Gobernador Civil, Antonio García Rodríguez-Acosta. Quedando enterado el pleno de la citada circunstancia, se procedió, ante el crucifijo, a solemne juramento de rigor: «juro lealtad y acatamiento a los principios fundamentales del Movimiento Nacional y demás leyes fundamentales del Reino, servir fielmente a España, guardar lealtad al Jefe del Estado, obedecer y hacer que se cumplan las leyes, defender y fomentar los intereses del municipio, mantener su competencia y ajustar mi conducta a la dignidad del cargo». Fue respondido por Ramón Vida con la fórmula de rigor. A continuación, el nuevo alcalde recibió el bastón de mando como simbolismo de haber quedado investido de autoridad. Dirigió palabras de agradecimiento al Gobernador Civil por la confianza depositada, en respuesta a los méritos que el delegado Ramón Vida argumentó para su designación. Lucena, de igual manera, resaltó su «lealtad al Jefe del Estado» y su «adhesión inquebrantable al Caudillo». Comenzaba un mandato de breve duración que supuso la transición entre la década de los cincuenta y la de los sesenta, que iba a resultar decisiva en la transformación de Marbella y su conversión en primera potencia turística. Lucena tuvo muy claro desde el comienzo, la necesidad de cuidar el ornato y embellecimiento de la ciudad y el cuidado de las playas, que serían reclamo fundamental para el desarrollo turístico. Emprendió planes de asfaltado e iluminación de vías públicas y se invirtió en la captación de aguas subálveas en Río Verde. Durante el periodo de Lucena Sola se construyó el primer grupo escolar que pudiese ser catalogado como tal: el colegio Nuestra Señora del Carmen, que muy pronto comenzaría a ser conocido popularmente como «El Castillo». Tras Lucena, llegaría al Ayuntamiento Antonio Lizarza y, tras él, de nuevo, Francisco Cantos Gallardo, durante el tardo franquismo y hasta el comienzo de la Transición a la democracia.
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