Devoción y respeto
Rafael J. Pérez
Martes, 14 de junio 2016, 09:47
Los congregantes de Mena han visto culminada una legítima aspiración: que Nuestra Señora de la Soledad sea coronada canónicamente. Entre otros factores este acontecimiento obedece ... a una realidad histórica y evidente: la pequeña imagen de la Soledad se venera con cariño y devoción por parte de muchos fieles cristianos desde hace muchos años gracias a la intensa e incansable labor apostólica de la Congregación de Mena. La Soledad es sencilla y bella. Tierna y dulce a la vez. Contiene la talla una fuerza misteriosa. Preciosa y preciada. Ver la imagen de la Soledad de Mena es contemplar a María, la madre de Jesús de Nazaret.
Una mujer que en otras de sus representaciones, la Virgen de los Desamparados y la Virgen de Montserrat, ha sido maltratada. Y en este maltrato a la imagen de esta mujer, madre de Cristo, se han ofendido los sentimientos de millares de católicos. ¿A quién se le ocurre el fotomontaje ridículo de dos imágenes de Vírgenes besándose? ¡Qué originales! Además de ofrecer la talla moral de quien publicita la manifestación del orgullo gay en Valencia, demuestra una extrema falta de respeto. El mismo que se pide para el colectivo. Ofrezcamos lo que pedimos. Porque además gran parte de la ciudadanía, también la de condición homosexual, ama profundamente a la Madre de Jesús de Nazaret. Quien se le haya ocurrido esta penosa idea incurriría en la misma falta de respeto y ofensa si lo hiciera con alusiones a otras religiones como la musulmana. Pero en España quien busca provocar recurre de manera ridícula al insulto de los sentimientos cristianos. Igual algún día reconocen su error. Mientras todo pasa, en Málaga siempre quedará el recuerdo dulce y pletórico de la solemne liturgia que se ofreció en la coronación canónica de la Soledad de Mena.
Un acontecimiento que quedaría perdido en el tiempo como una glosa a mayor gloria de los hombres y mujeres del momento si se olvidan las repercusiones que tiene contemplar a María como mujer creyente y de fe: una mujer valiente que creyó en el Dios de las promesas. En el Dios que derribó de sus tronos a los poderosos y ensalzó a los humildes. En el Dios que colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos los despidió vacíos. En el Dios que dispersó a los de corazón soberbio. En el Dios que derrama su misericordia de generación en generación.
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