La resurrección
Rafael J. Pérez
Martes, 29 de marzo 2016, 09:34
Málaga está de fiesta. Es pascua de resurrección. En principio, los miles de malagueños que están bautizados en la fe cristiana están convocados a cincuenta ... días de fiesta. Nada más y nada menos. Una celebración que tiene su origen en la resurrección de Cristo. Una verdad de fe que remite a un acontecimiento único. E irrepetible. Pero, ¿viven los cristianos malagueños la resurrección de Cristo? ¿Buscan cómo vivirla y celebrarla? ¿Dejaron la expresión de fe pública para dentro de un año cuando vuelva la Semana Santa? ¿Saben disfrutar los cristianos de Málaga de la llamada cincuentena pascual?
En principio, esta fiesta de fe hunde sus raíces en una realidad que escaparía a datos objetivos. Datos que avalarían irrefutablemente que Cristo volvió a la vida una mañana de domingo después de ser asesinado en el mediodía de un viernes. No habían transcurrido 72 horas y la resurrección del Nazareno irrumpía en la vida de sus seguidores. Y por extensión en la de toda la humanidad. Porque, según la fe cristiana, hay un antes y un después.
El llamado criterio de dificultad avala lo que los evangelios cuentan como cierto: que el muerto resucitó. Aunque, en último término, la resurrección de Cristo remita a una verdad de fe. Difícilmente la primitiva comunidad cristiana se habría molestado en inventar algo que la colocase en una posición difícil o debilitada en las disputas con sus adversarios. De hecho, el anuncio de la resurrección, el kerigma, lleva a los discípulos a jugarse la vida. Puestos a inventar lo último que se le ocurriría es colocar a la comunidad en el punto de mira para sufrir la persecución que sufrió Jesús de Nazaret. ¿Qué ocurrió para que hombres y mujeres asustados y escondidos de la noche a la mañana anunciasen la resurrección de Jesús, el Nazareno?
El hecho de que los primeros testigos de la resurrección fueran mujeres respalda aún más este criterio de dificultad. No gozaban de credibilidad como testigos en aquella época. De hecho, Celso, un apologeta anticristiano del siglo II, para desprestigiar el hecho de la resurrección, afirmó que esta fe se basa en el testimonio de unas mujeres histéricas. Pero, es más, el primer anuncio se refiere solo a Jesús. No remite a sus consecuencias respecto a la humanidad. En el fondo, el primer anuncio aparentemente no aporta nada a la gente. Es un anuncio gratuito que vale por sí mismo.
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