Bajarse del camello
Txema Martín
Martes, 6 de enero 2015, 11:36
No recuerdo exactamente cuándo me bajé del camello, pero sí el momento en el que escuché por primera vez esa expresión. Esa frase sólo puede ... venir de una abuela, cuando el contexto lleva el significado. Alguien se 'baja del camello' cuando deja de creer en los Reyes Magos, cuando conoce la Verdad. Aquí hay que aclarar muchas cosas, porque bajarse del camello no implica dejar de redactar cartas mentales con deseos para el año que viene; sería lo último que además de perder la fe en la magia tuviéramos que dejar atrás también la esperanza de ver cumplidos algunos de nuestros deseos, eso que los cursis llaman 'nuestras ilusiones'. Pero no todos. Hay que tener mesura, cuidado y mimo con lo que se pide por si llega a cumplirse. Ver cumplidos todos nuestros deseos es seguramente algún tipo inexacto de maldición húngara.
Hay deseos para todos los gustos, y gustos para todo tipo de deseos. En Madrid, hay un grupo de filántropos con una estructura previsiblemente circular que ha pedido que Baltasar sea representado en las cabalgatas de toda España por un «negro de verdad», para dejar atrás esa estampa siniestra del concejal o la concejala de turno con la cara pintada. Me parece muy bien aunque al pensarlo dos veces desaparece la originalidad: la raza negra forma parte de todo tipo de fantasías domésticas, también en Navidad.
Creo que si algo hay que pedir a los Reyes es que 2015 avance y que todos lo veamos. Va a ser un año mutante, porque quizás veamos moverse cosas que dábamos por inmóviles. En lo particular, contemplaremos el crecimiento del escaparatismo cultural como profesión de primer nivel, una carrera con un montón de salidas, como el Derecho o el Periodismo. Durante el primer trimestre, disfrutaremos de una precampaña electoral con inauguraciones aceleradas mediante un 'crowdfunding' de dinero público. Y luego, ya veremos si Podemos, con perdón por el chiste fácil. Hay quien ha pedido además que nos devuelvan toda esa luz que se ha llevado la Navidad, para que veamos nuestro futuro un poquito menos negro. Que nos lo traigan. No dejemos de pedir, aunque después de tantas veces ya se nos haya bajado aquella libido navideña.
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