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El nieto de Francisco Franco, Francis Franco, a su llegada a la misa por el aniversario de la muerte del dictador. EFE

Un padrenuestro, un avemaría y un gloria por Franco en Mingorrubio

Decenas de personas acuden al cementerio de El Pardo en el primer 20-N tras el traslado del ex jefe del Estado

EFE

Madrid

Miércoles, 20 de noviembre 2019, 17:11

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Diez minutos. Lo justo para depositar una corona, dedicar unas «palabras emotivas» y rezar un avemaría, un padrenuesto y un gloria. El cementerio de Mingorrubio se ha estrenado con un 20-N plomizo con más periodistas que nostálgicos y una breve ceremonia a Franco en su nueva cripta, tras el traslado del ex jefe del Estado desde el Valle de los Caídos.

Amanecía en Mingorrubio y, como cada día esta semana, los caballos de la Guardia Real cabalgaban carretera arriba y carretera abajo hasta el cementerio. Percherones tirando de cañones reliquias de guerra ajenos al goteo de personas que han ido visitando el camposanto. El cambio de los restos del dictador poco ha cambiado la vida de los vecinos de este tranquilo barrio, casi pueblo, de Madrid. Y el 20N no es una excepción. Ni los curiosos se acercan ya a Mingorrubio pasado el interés inicial de la inhumación de Franco hace apenas un mes, tan solo algunos de esos «nostálgicos» que creen que con él se vivía mejor.

«A ver, nada es perfecto», reconoce una de ellos, María Dolores, que cada año, hasta este 2019, iba al Valle de los Caídos y ahora ha tenido que cambiar de ubicación. Y añade un argumento difícil de cuestionar: «Yo fui una niña de la España de Franco».

A su lado su marido, Jaime, jubilado de pelo blanco que no puede apartar la vista de la iglesia que ahora alberga la cripta, a la que solo pueden acceder los familiares. Y alrededor, dos decenas de periodistas a la caza del nostálgico. «¡Deja de llorar ya, Jaime!«, le recrimina María Dolores al ver el trasiego de cámaras. »¿Va a venir la familia?«, pregunta él a los reporteros, que no saben muy bien qué contestar. El Movimiento Católico Español había prometido una misa en la cripta, pero la hora ha pasado y no aparece nadie.

Francisco Franco Suelves, bisnieto del ex jefe del Estado, en el cementerio de Mingorrubio.
Francisco Franco Suelves, bisnieto del ex jefe del Estado, en el cementerio de Mingorrubio. Reuters

María Dolores y Jaime deciden esperar, al frío y bajo un manto de nubes que no quiere despejarse, hasta la siguiente convocatoria. La Fundación Francisco Franco tiene previsto depositar una corona en su tumba a las dos de la tarde. Una hora antes aparece una decena de personas con su presidente, Juan Chicharro, y un bisnieto, Francisco Franco Suelves, que les abre la puerta. «No es el momento», dice a los periodistas que piden opinión el único familiar del dictador que aparece por Mingorrubio.

Los de la Fundación vienen del Valle de los Caídos y acceden a la cripta con la corona. Diez minutos después, al salir, uno resume a la prensa la ceremonia: «Un padrenuestro, un avemaría y un gloria. Lo normal en estos casos». Detrás suyo, otro miembro de la fundación, Pedro, con sombrero de felpa verde, añade: «No ha podido ser más emocionante» el tributo al «hombre más increíble que ha tenido, no ya España, sino el mundo entero».

Juan Chicharro, presidente de la Fundación Francisco Franco, a su llegada al camposanto de El Pardo.
Juan Chicharro, presidente de la Fundación Francisco Franco, a su llegada al camposanto de El Pardo. EFE

Más institucional, Chicharro promete a la prensa que su organización no se va a «rendir» y va a seguir defendiendo el «legado, la obra, de Franco» después de la «profanación». Se queja de que han tenido que ir «mendigando» iglesias para que les dejaran hacer misas en su honor. Al final, el párroco de El Pardo, a poco más de un kilómetro de Mingorrubio, ha accedido a celebrar allí la misa por Franco a las siete de la tarde.

Igual que la que se celebró el 24 de octubre, horas después de la inhumación. Ese día acudió el bisnieto más ilustre, Luis Alfonso de Borbón, a quien algunos gritaron «¡Tú eres nuestro verdadero rey!» a pocos kilómetros del palacio donde vive el real, entre los montes del mismo Pardo.

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