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ATLAS

Detenido un soldado del cuartel de Bobadilla (Málaga) por una de las agresiones sexuales denunciadas por una compañera

La Policía ha tomado pruebas de ADN a nueve militares del acuartelamiento

JUAN CANO | ÁLVARO FRÍAS

MÁLAGA

Jueves, 1 de febrero 2018

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Una soldado malagueña ha presentado una denuncia por dos posibles agresiones sexuales cometidas por compañeros del acuartelamiento del Ejército del Aire en Bobadilla. El primero de esos ataques habría sucedido el pasado septiembre y tendría un único autor, que fue detenido por la policía. En el segundo, que data de diciembre y que aún está bajo investigación para determinar si hubo varios agresores, la mujer asegura que fue drogada, según su relato, al que ha tenido acceso SUR.

El caso, que investiga la Policía Nacional y por el que se han abierto diligencias tanto en el Juzgado de Instrucción número 1 de Antequera como en el Togado Militar, arranca el pasado día 12 de diciembre, cuando la soldado, adscrita a la sección de policía del Ejército y actualmente de baja por depresión, se presentó en la comisaría de Antequera para denunciar lo que le había sucedido.

Los hechos habrían ocurrido dos días antes, fecha en que el acuartelamiento festejaba la patrona del Ejército de Aire, la Virgen Loreto. La militar había estado de celebración con sus compañeros durante todo el día y, sobre las cuatro de la tarde, varios de ellos se fueron al pub Gabana, en Bobadilla Estación, para «continuar de fiesta y tapear algo».

Según la versión de la denunciante, consumió dos copas y varios botellines de cerveza, aunque no sabe la cantidad exacta. Lo que sí recordaba es que tenía «un sabor amargo» al que entonces no dio importancia. También contó a la policía que, en un momento determinado, se dirigió al baño y dejó su cerveza en la barra, al alcance de los compañeros con los que estaba, concretamente un cabo mayor y un sargento primero.

En su primer relato en comisaría –ha hecho dos ampliaciones posteriores de su declaración inicial– hay una laguna desde la medianoche del día 10 al 11 de diciembre. Sabe, porque se lo dijo un soldado con el que tiene amistad, que llegó a la base a la una de la madrugada y que él mismo le puso el pijama y la acostó «por lo perjudicada que iba».

Positivo en barbitúricos

Al día siguiente, se despertó con un fuerte dolor de cabeza y habló con una de las tres compañeras que tiene en el acuartelamiento y también con el soldado que la acompañó, quien le dijo que la noche anterior, en el bar, le notó una actitud «un poco rara» al volver del baño, y que ambos le manifestaron la posibilidad de que hubiese sido drogada. El militar que la ayudó tenía un detector de estupefacientes. Al parecer, dio positivo en barbitúricos. La mujer, muy preocupada por la posibilidad de haber sido narcotizada y, sobre todo, con qué finalidad, acudió al teniente de la Enfermería, quien se lo comunicó al comandante de la Torre, quien le dijo que debía denunciar los hechos.

Diez días después, la soldado volvió a la comisaría antequerana para ampliar su declaración, donde detalló con mayor precisión los recuerdos que tenía del bar. Reiteró el sabor «excesivamente amargo» de una de las cervezas que se tomó allí, y que estuvo charlando en la barra con el cabo mayor y el sargento; y que este último mostró un «especial interés» por ella, «acercándose más de lo debido y llegando a acariciarle una pierna». Según su testimonio, en ese momento notó otra mano que le palpaba el muslo, «dando un manotazo» para que no la tocaran, aunque no pudo ver la cara de quien lo hizo. «Otros dos se acercaron a mí y empezaron a decirme al oído: ‘Es que no veas como vienes’», relató ella en comisaría, precisando que eran «recuerdos confusos», por lo que piensa que, a esas alturas, ya había sido drogada. Tras ese episodio, apareció su amigo –el soldado que la llevó a su cuarto– y ella le contó lo que acababa de pasarle, diciéndole que se había sentido muy incómoda, como si fuera «un cacho de carne».

«No veas cómo vienes», asegura que le dijeron en el bar, donde se sintió como un «cacho de carne»

En esa declaración, afloró otra supuesta agresión sexual sufrida por la militar el pasado mes de septiembre. Según contó a los policías, uno de sus compañeros la cogió por el pasillo, la empujó a su habitación y empezó a besarla. Al principio no lo rechazó, pero sí lo hizo cuando llegó el momento de tener relaciones sexuales completas. Aseguró que le pidió de forma reiterada que la dejara –«besos, vale, pero nada más»–, pero que él seguía con los tocamientos, le bajó los pantalones e intentó violarla, aunque no lo logró. La mujer confesó a los policías que en ese momento no dijo nada porque le daba vergüenza y no quería que su reputación en el cuartel resultase dañada. Dado que sobre este segundo episodio sí tenían el nombre del sospechoso, los agentes lo interrogaron en comisaría en calidad de detenido, según ha podido confirmar SUR, aunque tras tomarle declaración quedó en libertad.

Semen en el pijama

Los policías pidieron a la soldado que se desplazara al Hospital Costa del Sol –que fue pionero en activar el protocolo para detectar agresiones sexuales mediante sumisión química– para que se le tomara una muestra de cabello con el fin de determinar si en su organismo quedan restos de los narcóticos que refiere. También se está analizando el saco de dormir con el que se tapó esa noche y el pijama, en el que, según el letrado que la representa, Javier Rincón, de Rinber Abogados, se han encontrado restos de semen. Al parecer, según explica, la policía ya ha tomado muestras de ADN a al menos nueve soldados del acuartelamiento para comprobar si hay compatibilidades.

La última ampliación del testimonio de la denunciante se produjo el 16 de enero. La soldado declaró a los policías que le estaban viniendo recuerdos de lo sucedido la noche del 11 de diciembre. Dijo que tenía «recuerdos vagos», como la luz de la habitación encendida, «un hombre de tez morena que la movía mientras la cogía del brazo y le decía cosas», y un segundo individuo, más grande que el anterior, «con una respiración muy profunda», del que «notó el contacto de su costado izquierdo y su cara, muy desagradable», lo que a su juicio podría corresponder con el moratón de su pecho izquierdo y la inflamación de su labio superior.

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