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Un grupo de manifestantes pacíficos forman una cadena frente a Via Laietana. AFP

División entre manifestantes en la sexta noche de protestas en Barcelona

Grupos pacíficos evitan conatos de violencia al formar una cadena humana en la concentración idenpendentista de la plaza Urquinaona

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Sábado, 19 de octubre 2019

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Después de seis noches de protestas, Barcelona es una ciudad cansada. En los aledaños del Paseo de Gracia y Vía Laietana pocos semáforos cumplen su cometido de regular el tráfico, porque están rotos. El asfalto quemado en cada cruce testifica como una cicatriz las noches de fuego que la ciudad ha vivido en la última semana. Con todo ello, el independentismo sigue intentando imponer sus tesis ocupando las arterias de la Ciudad Condal. Este sábado las protestas tuvieron como epicentro la Plaza Urquinaona, donde la CUP organizó un acto «contra la represión por las personas detenidas», que ya suman 83 en total.

En torno a las 18:00 horas, cuando se iniciaba la convocatoria, pocos auguraban que la noche no fuera a derivar en actos vandálicos, como las cinco anteriores. Mientras los manifestantes empezaban a llenar la plaza, poco a poco, los comerciantes echaban el cierre a sus negocios. Le siguieron las franquicias de restauración de la zona y, finalmente, los grandes centros comerciales. Se activaron todas las alarmas y agentes de los Mossos custodiaban todas las entradas y registraban las mochilas y bolsos de las personas que querían acceder a ella. Como medida de prevención, y a diferencia de otros días, los servicios municipales de limpieza de Barcelona retiraron los contenedores de basura de la zona, que hasta ahora habían sido el material favorito de los CDR para parapetarse y levantar barricadas de fuego.

En el corazón de Urquinaona, cuatro furgonetas de la UIP de la Policía Nacional eran el centro de las iras de los allí congregados. «¡Fuera las fuerzas de ocupación!» y «¡No tenemos miedo!», les gritaban en catalán. En ese momento se vivió una escena de pánico cuando uno de los manifestantes arrojó una botella de agua contra uno de los vehículos policiales. Estos avanzaron un par de metros sobre la gente congregada y provocaron una pequeña estampida en la que se vieron involucrados algunos padres con sus hijos pequeños. Pero la tensión no fue a más.

Las escenas contrastaban con lo que se vivía a pocos metros de allí, en Paseo de Gracia, la milla dorada barcelonesa, los turistas paseaban tranquilamente con bolsas de firmas de lujo y al pasar por las bocacalles que conectan con Urquinaona observaban curiosos el despliegue policial y se hacían fotos de recuerdo. Las revoluciones del siglo XXI se transmiten por Instagram.

Llegan los encapuchados

Sin embargo, conforme el cielo oscurecía, las caras de preocupación entre las fuerzas del orden aumentaban. En las jornadas anteriores, desde la publicación el lunes pasado de la sentencia del 'procés', a cada manifestación pacífica le seguía el capítulo de los enfrentamientos callejeros. Pareció confirmar esa teoría la llegada de grupos de encapuchados. La CUP anunció en torno a las 20:00 horas que desconvocaba la manifestación, pero la tensión empezaba a crecer y la multitud seguía en Urquinaona. En la entrada a Vía Laietana, donde se encuentra la Jefatura Superior de Policía de Cataluña, se empezaron a congregar numerosos independentistas -con una media de edad de entre 17 y 22 años- con clara intención de provocar a los numerosos policías y mossos que protegían la calle. Sin embargo, una cadena humana se interpuso entre ambos grupos para evitar enfrentamientos. En los aledaños, otro grupo de jóvenes intentaba levatar otra barricada, pero fueron recriminados y finalmente desistieron.

La noche avanzaba y el fuego volvía a las calle de Barcelona. Los intentos pacifistas de evitar enfrentamientos con las fuerzas del orden eran cada vez más inútiles, si embargo, ya era evidente la división en la trinchera.

Otra de las escenas de la noche se vivió frente al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Allí se encontraba el diputado de ERC, Gabriel Rufián, que había afirmado en reiteradas ocasiones que «los violentos que se quedan tras las manifestaciones no nos representan». Un mensaje que provocó que fuera increpado a gritos de «¡Botifler!». Sin embargo, por una noche, Barcelona dejó de ser la 'rosa de foc' en la que se había convertido en la última semana.

A primeras horas de la madrugada, tras pequeños conatos y escaramuzas, los altercados se trasladaban a Las Ramblas. Las fuerzas de seguridad habían practicado hasta ese momento seis detenciones, uno de ellos menor de edad.

Incidentes en Madrid

Los altercados y las cargas policiales producidas en Madrid después de que un centenar de manifestantes hayan tratado de cortar Gran Vía se han saldado con un detenido y 26 heridos, once de ellos policías. Los enfrentamientos se han producido en torno a las 20:30, una hora después de que finalizase una marcha de 4.000 personas que este sábado, como cada año, ha pedido la «amnistía de todos los presos políticos».

Durante los altercados un hombre ha sido detenido en Callao. Después, los momentos de tensión y las cargas se han trasladado a la calle Preciados, mientras que la Policía Nacional ha desalojado la plaza de Callao, con mobilario tirado, y una treintena de furgones policiales han cortado el tráfico en Gran Vía.

Este enfrentamiento ha provocado por el momento, ya que el Samur sigue haciendo atenciones, trece heridos, tres de ellos agentes de la Policía Nacional, uno de ellos por un corte en una pierna «potencialmente grave», otro por fractura en la clavícula y el tercero por un golpe en la cabeza.

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