El traje de feria
Hubo un tiempo, relativamente lejano, en el que el gran acontecimiento festivo de Marbella, casi el único con alcance global a todo el término municipal, ... era la Feria y Fiestas en honor del Santo Patrón San Bernabé. También alcanzaba relevancia la feria de San Pedro Alcántara. No llegaba a alcanzar el 'Señor Bernabé' auténtica popularidad entre los vecinos sobre los que ejercía el patronazgo y, a pesar del panegírico por parte de un 'orador sagrado' cada once de junio en el templo de Santa María de la Encarnación, no había demasiada consciencia sobre el origen de los festejos. Desde los años ochenta, gracias a la constitución de la Hermandad de Romeros de San Bernabé, la difusión sobre la biografía del apóstol consolador y el fomento del culto está alcanzando resultados. Actualmente puede afirmarse que la feria comienza con la romería al Pinar de Nagüeles que cuenta con dos antecedentes: las antiguas giras al pinar y la romería (sin advocación sagrada alguna) que durante unos cuantos años de la década de los ochentas organizó la emisora de Radiocadena Marbella (RTVE), en tiempos de Miguel Ángel Blanco como director. Pero el verdadero punto de arranque, lo que de manera ruidosa (casi estruendosa) y de una rotunda vistosidad marca el inicio, son los fuegos artificiales lanzados desde la playa. Ese lanzamiento, con la denominación de 'Vista de fuegos artificiales', es una tradición de larguísima trayectoria, siempre asociada a la rada de Marbella. En los tiempos, anteriores a la guerra civil, en los que la feria se ceñía estrictamente a una duración de tres días y la víspera, el preámbulo acontecía el día diez, con el tremolar del estandarte de la ciudad o pendón, que según la leyenda fue donado a Marbella por los Reyes Católicos. Por la noche el vecindario masivamente disfrutaba (como sigue ocurriendo) con la «vista de fuegos». En un programa televisivo de comienzos de este siglo XXI, quien era cronista oficial de Marbella, don Fernando Alcalá, contaba que, tras la finalización de la pirotecnia (que generalmente venía de Valencia o de Cataluña), abundaban las parejas que no abandonaban la playa para dedicarse a tareas de enorme intimidad, lo que se veía reflejado, nueve meses más tarde, en el aumento de inscripciones en el Registro Civil. Seguro que don Fernando se apoyaba en testimonios de la época. Enorme importancia adquiría en el preámbulo de la feria el baile popular que a las once de la noche se organizaba en la zona de la Cruz del Humilladero, donde, según la tradición, el gobernador de la ciudad entregó las llaves al Rey don Fernando. El histórico lugar se adornaba y se iluminaba extraordinariamente para la ocasión. La Feria de San Bernabé, a pesar de su corta duración, era el más importante acontecimiento del año y prácticamente incidía durante unos cuantos meses en la vida económica y social de la pequeña ciudad. Desde bastante tiempo antes comenzaba la 'temporada alta' para sastres y modistas que tenían alta demanda para el corte de trajes para la feria, dada la tradición de estrenar vestuario para la ocasión; los niños también eran equipados con las mejores galas. Todavía como traje de feria no se interpretaban los actuales vestidos de faralaes. Había un colectivo especialmente vulnerable a los vaivenes económicos: el de la gente de la mar, los pescadores, siempre pendientes de una buena pesquera; cuando no llegaba la abundancia, la feria quedaba algo deslucida y, como recuerda Manuel Haro, los estrenos se reducían a veces a una humilde camisa y unos zapatos que generalmente no pasaban de la categoría de alpargata. Lo que nunca faltaban eran los festejos taurinos, uno cada día de feria, donde se incluía un novillo de muerte. Hasta la construcción de la plaza de toros de Otal, el coso era la plaza de los Naranjos, cerrándose las siete calles que en ella confluyen. También hubo moros y cristianos, cuya memoria casi se ha perdido, aunque subsisten los testimonios fotográficos. Esta feria de 2019 será especial para uno de los nuestros, tan entrañable como es Andrés Lanza, durante treinta años fotógrafo del diario SUR, el ojo público de la historia de la ciudad, de su vida política, social, cultural, de costumbres y tradiciones. Este año visitará la feria sin la presión del trabajo. El maestro del fotoperiodismo Andrés Lanza se ha jubilado; la firma (la marca) Josele-Lanza ya forma parte de la mejor historia de la comunicación y la fotografía en Marbella. Convencido estoy de que Andrés nunca se separará de la cámara. Alguien tan profesional y generoso como Lanza se merece que, en su nueva etapa, la feria siempre le vaya con categoría de excelencia.
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