Las anchoas en tendedero de Zabor Fetén

En él van sudando el aceite. Algo similar a la forma en la que se curaban en otra época las sardinas. Aunque en este caso la inspiración procede del padre de Miriam. Hoy, hostelero jubilado, es un gran apoyo para la pareja. Precisamente, él fue quien les avisó de la oportunidad del local, en pleno centro de Torremolinos.

Ella había estudiado sala en La Cónsula, Manuel es ingeniero. Una de Puertollano y otro de Colombia. Sus caminos se cruzaron en Australia. Y convergieron en uno en la Costa del Sol. Eligieron la localidad torremolinense para echar raíces con Zabor Fetén, un soplo de aire fresco para la ciudad. «Queríamos ofrecer algo diferente, comida de la tierra pero bien vestida», explica Pinto sobre el inicio de una andadura que no ha sido fácil, pero que ahora les da a los dos muchas satisfacciones.

Como apunta Miriam, la mejor de ellas es «seguir viendo a los clientes que venían al principio, que la gente repita». Y lo hacen no sólo por la cocina, sino por el buen rollo que transmiten ellos y su equipo. Aparte de que puedas cenar o almorzar a gusto unos pinchitos de pulpo, unas croquetas de cochinillo y manzana, unos espárragos con queso de cabra gratinado y un taco de pulled pork. Pero como entrada, no olviden las anchoas.