Conciencia alimentaria
Hace algunos días, se celebró en Tenerife la sexta edición del Encuentro de los Mares, un congreso único en el mundo por vincular la gastronomía ... con la ciencia y el sector pesquero. Biólogos marinos, oceanógrafos, cocineros y referentes de la industria pesquera se reunieron para abordar los desafíos de la conservación de los mares y océanos. Además, se discutieron diversos tipos de alimentación, destacando la dieta atlántica, menos conocida que la mediterránea, considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pero igualmente relevante. Esta dieta incluye alimentos de temporada, frutas y verduras, pescados, mariscos y crustáceos, y un consumo moderado de lácteos, carne, huevos y dulces.
A primera vista, podría parecer que esta dieta refleja la alimentación habitual de quienes viven cerca del mar. Pero permítanme decirles que nos estamos engañando. El consumo de alimentos del mar está atravesando una crisis. La compra de pescados, dejando de lado mariscos y crustáceos, disminuye cada año. Unos culpan al precio, otros a la falta de alternativas de consumo debido a las espinas y la preparación más laboriosa en comparación con la carne, y otros señalan que los más jóvenes se han acostumbrado a la comida rápida.
«Si queremos salud, debemos volver a esas dietas tradicionales desde el primer momento de nuestras vidas», reivindicaba Rosaura Leas, presidenta de la Fundación Española de la Nutrición. El pescado como uno de los alimentos matriz. Asimismo, advertía de que «si nuestros hijos siguen comiendo como lo hacen, vivirán menos que sus abuelos y sus padres». El pronóstico es alarmante. Y el problema es aún más grave. «Los cambios de dietas se reflejan dos generaciones después», añadía el catedrático de Ciencias Marinas Carlos Duarte.
Nos enfrentamos a un gran desafío. Debemos actuar ya. La supervivencia de nuestra futuras generaciones y la salud de nuestros océanos dependen de las decisiones que tomemos hoy.
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