Café revuelto
Hace algunos días, mientras estaba navegando por las redes, me encontré con un término que nunca había leído: 'procrafeinar'. Lo primero que recordé fue un ... artículo que habíamos publicado en estas páginas sobre el 'procrastibaking'. Está palabra anglosajona surge de la combinación de 'procrastinate' (procrastinar, aplazar en inglés) y 'baking' (hornear), y tiene como objetivo introducir un paréntesis en la agitada vida diaria, reservando tiempo para relajarse elaborando un bizcocho, cruasán o algún postre. Pero, ¿qué significa 'procrafeinar'? Esta tendencia se refiere a no empezar el día sin haberse tomado una taza de café.
Como curiosidad, cada día se consumen en el mundo más de 2.600 millones de tazas de café. En 1475, en Constantinopla (actualmente Estambul), Kiva Han abrió la primera cafetería del mundo. En Europa, se inauguró en 1645 en Venecia y, cinco años más tarde, en Londres. Cada una, con su personalidad. Para gustos, los colores. Igual ocurre con el café. Unos prefieren añadir un chorreón de leche, otros optan por la leche condensada, y los más atrevidos agregan whisky y nata montada, creando así el popular café irlandés. También existen cócteles, como el Expresso Martini con vodka, licor de café y café solo.
Si pensamos en los personas más cercanas, seguramente encontraremos a más de uno que no es capaz de entablar una conversación hasta que da el primer sorbo a un humeante café. La cuestión es: ¿hace falta crear estas fusiones de palabras? Personalmente, creo que no. ¿No sería más fácil decir: «Por favor, camarero, tráigame un café que no soy persona»? O, si estamos en casa, simplemente: «No me hables que aún no he tomado café»? Después, la elección es suya. En Málaga, además, tenemos para escoger: sombra, nube, corto, solo, largo, mitad... Y esto va más allá de cualquier tendencia o anglicismo. Es un consuelo saber que un café sombra acompañado de un mollete de Antequera nunca pasará de moda. Menos mal.
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