El Málaga pide escolta policial en su regreso ante el temor a las críticas de su afición

Hay un detalle clave que influyó notoriamente en la ausencia de aficionados tanto en la entrada al estadio como en Vialia, el que no se hubiera difundido entre los medios de comunicación la hora de regreso de la expedición ni el medio de locomoción.

El cuadro blanquiazul, que viajó en autobús desde Ponferrada a Madrid, pernoctó la madrugada del lunes en el hotel NH Atocha, para estar cerca de la estación de tren, desde donde tomó por la mañana un AVE que llegó a Málaga un minuto después de las doce y media del mediodía. Allí apenas se vio a cuatro seguidores que pudieron acceder a los andenes, porque el equipo no salió hacia el vestíbulo principal de Vialia, sino que lo hizo por una puerta lateral, en el operativo dispuesto, que se consensúa entre las fuerzas policiales y el responsable de esta parcela en el club.

No es lo usual que el autocar que condujo a los malaguistas hasta el estadio, que estaba aparcado junto a la entrada del Hotel Barceló, partiera con un furgón de escolta policial, aunque esta campaña ya lo ha hecho en alguna otra ocasión en la etapa final de Mel y de Guede al frente de la plantilla. En situaciones de crisis deportiva en las que se detecta malestar de los aficionados se toman decisiones muy preventivas.

En los aledaños del recinto de Martiricos también otro vehículo con fuerzas de seguridad supervisó el entorno hasta la llegada del equipo, que entró en el aparcamiento sin que hubiese seguidores esperando. Sólo unas horas antes habían regresado al mismo entorno los siete autobuses con casi 400 aficionados del equipo blanquiazul que acudieron a El Toralín, donde el Málaga perdió este domingo ante la Ponferradina (2-0) y se quedó, a tres jornadas del final, en una situación prácticamente de descenso virtual, obligado a ganarlo todo y a ocho puntos de tres equipos (Racing, Huesca y Sporting), y a nueve de otros tantos (Villarreal B, Zaragoza y Leganés), todos a tiro pero que se salvarán sólo con sumar, cuando quedan tres jornadas.

Ahora a los jugadores y cuerpo técnico les queda un calvario por delante, en una situación deportiva que obliga a un milagro, una carambola a muchas bandas, para salvarse, y con la posibilidad de descender a Primera RFEF este mismo sábado en el duelo en Martiricos ante el Mirandés (21.00 horas) si es que no se gana. De momento, el equipo vuelve a los entrenamientos este martes por la tarde para preparar la cita ante el cuadro burgalés, ya sin opciones matemáticas de descenso ni de 'play-off'.

Esta es la realidad de un proyecto confeccionado este verano con otras aspiraciones y que ha resultado ser un desastre, desde una planificación descompensada de la plantilla, el rendimiento absolutamente decepcionante de la mayoría de los fichajes y la incapacidad de tres entrenadores que han desfilado al frente del conjunto de enderezar la nave. Tal es el fracaso, que dos canteranos, Cristian y Álex Calvo, han acabado siendo las únicas notas ilusionantes.