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Nacho Carmona
Málaga
Martes, 14 de noviembre 2023, 18:26
Los tiempos de crisis son también momentos de oportunidades. La plaga de lesiones que ha sufrido el Málaga en las últimas semanas, dejando a la ... línea defensiva desahuciada de efectivos, unida a la sanción de Galilea, expulsado por doble amarilla ante el Córdoba en La Rosaleda, le abrió las puertas de la titularidad al canterano Diego Murillo (Malagón, Ciudad Real, 2001) en uno de los partidos más importantes y trascendentales para el equipo hasta le fecha: la visita a Can Misses, el feudo del Ibiza, segundo clasificado del grupo y uno de los equipos en la 'pomada' cara al ascenso de categoría.
Ya había saboreado la titularidad en la Copa del Rey, ante el Barakaldo, en una competición que históricamente ha servido como vía de escape para los canteranos y los menos habituales. Si su inclusión en el once en Lasesarre fue una declaración de confianza e intenciones por parte de Sergio Pellicer y su cuerpo técnico, la del domingo en la isla acabó por confirmarlo. Habitual 'parche' en el carril zurdo (sustituyó a Víctor García en la jornada inaugural contra el Castellón y repitió demarcación en Antequera y en la competición del 'KO'), pudo por fin desempeñarse en su posición natural: la de defensa central.
El zaguero respondió con creces, cuajando un notable partido, mostrando seguridad, velocidad y haciendo gala de la agresividad que tanto le caracteriza, bailando con jugadores de alta exigencia como Obolskii o Soko, que no fueron capaces de ganarle la batalla tanto por tierra como por aire. Su nivel de esfuerzo fue tal que acabó el partido con los gemelos arriba. Así lo verbalizó en zona mixta tras el pitido final. «La intensidad es dura», asintió entonces. Consciente de su nivel, no tuvo reparo en exteriorizar su alegría por la oportunidad aprovechada: «Considero que lo he hecho bastante bien».
Una secuencia de circunstancias lo llevaron hasta la Costa del Sol en su primer año de juvenil. Formado hasta su primera temporada como cadete en la Escuela Federada de Fútbol Base (EFFB) de Ciudad Real, recaló en el Albacete al año siguiente. Sus destacadas actuaciones con el equipo lo llevaron a jugar en repetidas ocasiones con la selección de Castilla-La Mancha. No contento con el trato que recibió en la entidad albacetista, buscó una salida para seguir formándose como futbolista sin interferencias de ningún tipo. Seducido entonces por clubes como el Granada, el Cádiz o el Levante; el estatus de la cantera malaguista y su fuerte apuesta por hacerse con sus servicios lo llevaron de la mano hasta el Juvenil Liga Nacional, a un vestuario en el que no tardó en adaptarse y en hacerse con la titularidad.
El exdirector de La Academia Rafa Gil lo renovó antes de dar el salto al filial malaguista. «Es un futbolista de club con mucha capacidad de liderazgo. No es tímido y eso lo expresa en el campo. No es muy alto, pero es muy agresivo y se anticipa muy bien», introduce desde Arabia Saudí, donde actualmente trabaja. «Es constante y trabajador y es muy importante por la polivalencia que tiene. Tiene menos recursos que otros jugadores, pero no se complica la vida y lo suple con otra serie de cualidades. Creíamos que podía llegar al primer equipo y por eso continuó en el Atlético Malagueño», añade.
Pilar fundamental y uno de los jugadores que más minutos ha acumulado en el filial en las últimas tres temporadas, encajó como un guante en los planes de Funes por sus características en el juego y también por su personalidad. «Se maneja muy bien con el balón y filtra pases con mucha facilidad», cuenta el de Loja. «Siempre ha sido un líder, los compañeros le tienen ese respeto y esa admiración. Fue capitán con el Malagueño desde que llegó y ha sido el jugador más utilizado por nosotros estas últimas tres temporadas. Otros han tenido más prisas por irse; pero él, incluso terminando contrato, ha preferido seguir aquí», añade, dibujando un retrato sobre lo que ha significado para su equipo. De su carácter y su personalidad, destaca su nobleza y mira más allá de su apariencia: «Es un chico muy sentimental, todo lo contrario a lo que aparenta. Su forma de ser es lo que más me ha impactado. Lo demuestra en su juego, siempre entra al balón con mucha limpieza y se disculpa si le hace daño a alguien».
Hoy por hoy encara su séptima temporada como jugador blanquiazul, aunque a sus ojos parecen muchos más. Atento e inteligente, siempre teniendo como referencia a centrales aguerridos y fuertes como Sergio Ramos o Puyol y con ganas de ser futbolista cada vez que sale de la cama, habla del Málaga como 'su' equipo y el lugar donde quiere madurar como jugador. Tanto es así, que dejó claras sus intenciones en verano: fastidiado por no disponer de una ficha en el primer equipo como otros compañeros de su quinta, siguió trabajando sin malas palabras en pos de entrar por una puerta que el domingo consiguió abrir. Varios equipos de Primera RFEF preguntaron por él durante el mercado estival. Entre ellos, el Antequera fue el que más luchó por hacerse con sus servicios, que lo esperó hasta el último día. Cuajó una pretemporada de nivel como lateral y Pellicer le comunicó quererlo en el vestuario este curso.
A sabiendas de que las oportunidades llegarían en su último año como sub-23, siguió trabajando para estar preparado llegado el momento. El domingo superó la primera de sus pruebas de fuego. Rompiendo con los prototipos físicos tan marcados por los que se rige el fútbol contemporáneo, este defensor de la vieja escuela, que no rehúye del contacto con los delanteros rivales, demostró que su 1,82 de estatura y su poca corpulencia, paliadas con su buena velocidad, no son un hándicap a la hora de ganar batallas en cualquier circunstancia.
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