El Málaga rompe su racha defensiva y cae ocho jornadas después

La idea del cuerpo técnico, que apostó por poner en el once titular a los que mejor estaban rindiendo en los últimos partidos en detrimento de los titularísimos, salió cruz en los primeros 45 minutos, con una inédita debilidad defensiva, que hizo más preocupante las ya endémicas limitaciones a la hora de crear jugadas de ataque (es el equipo que menos goles recibe, con 33 en 40 partidos, pero también el segundo peor realizador con sólo 32 tantos a favor).

Por eso es capital conservar el sello defensivo en sus aspiraciones para puntuar. Y es que la confianza de este Málaga se desploma cuando empieza por detrás en el marcador. Y esta vez, después de mucho tiempo, la cuesta se le puso más empinada que de costumbre con un dos a cero. Desde la llegada de Pellicer solo han encajado más de dos goles en tres partidos antes del de ayer en Gijón. Fue en sendas derrotas ante Elche y Huesca (este ya tras el parón por el coronavirus), y en un empate a dos contra el Mirandés.

Para corregir este desvío, Pellicer no dudó en meter a Tete y Adrián, dando salida a Benkhemassa (que ayer se olvidó más de defender y dejó de ser todo lo útil que puede llegar a ser como, por ejemplo, lo demostró ante el Deportivo) y a Juan Carlos (dejando a Diego como lateral, un movimiento que luego se vio como Pellicer tuvo ajustar con la entrada de Cristo porque había perdido profundidad por aquella zona).

Poco después metió a Keidi, que a la postre fue el autor del gol que maquilló el marcador aunque su participación volvió a quedar empañada por una amarilla tras una dura falta en forma de plancha, por Luis Muñoz, y esto dejó en evidencia que el centro del campo propuesto en Gijón suspendió.