Estefa vuelve a creer en el fútbol
La sevillana de 21 años, que ya militó en el Málaga a los 18, colgó prematuramente las botas para buscar trabajo, pero en este 2020 ha vuelto al club
marina rivas
Lunes, 21 de diciembre 2020, 00:20

La situación por la que ella pasó no deja de ser la radiografía de un problema que sigue latente y en búsqueda de soluciones: el ... abandono prematuro en el deporte femenino. Ligada al fútbol desde que tiene uso de razón, llegó a formar parte de la cantera del Sevilla, compitió en La Rambla, en Segunda División, y fichó por el Málaga en la campaña 2016-17. Pero un cúmulo de circunstancias personales, unidas a la falta de apoyo para construir en un futuro en este deporte, desembocó en la prematura retirada de una jugadora que como tantos otros, se enamoró del balón y creció con él en las calles. Un talento que pudo seguir desarrollándose, pero acabó parando en seco, con sólo 18 años. Tres años después ha vuelto a calzarse los tacos para regresar al club que le devolvió la ilusión por el fútbol.
Estefanía Moreno Alcaide, 'Estefa', como se la conoce en los campos, tiene 21 años (hace 22 a finales de este mes) y es natural de Herrera, un pequeño pueblo de 6.000 habitantes de Sevilla. Su familia es de origen humilde, muy trabajadora; sus padres se dedican al cultivo y comercialización de la aceituna y mantienen una pasión por el mundo del caballo e incluso la caza, que han transmitido tanto a ella como a su hermano, que también dejó el fútbol para comenzar a trabajar. Estefa, que se desarrolla como extremo o mediapunta, es ágil y fuerte físicamente, cualidades que comenzó a desarrollar desde pequeña, jugando con los niños, e incluso con algunas mujeres, aunque bastante mayores que ella entonces. Así lo recuerda: «Yo jugaba en el parque del pueblo y un día el entrenador del Herrera me vio y me dijo de apuntarme a fútbol.Yo era la única niña entonces. El equipo femenino fue saliendo más adelante, pero yo era la más pequeña, tenía 12-13 años y las chicas tenían más de 20, así que me iban metiendo a jugar poco a poco con el equipo masculino y el femenino».
En este tiempo, un ojeador de la cantera del Sevilla le ofreció hacer las pruebas de acceso al verla en un torneo de categorías de base. Y entró, un sueño para la joven, aunque en su interior siempre le hubiera gustado pertenecer al Betis. Sin embargo, a la par que empezaba a crecer, comenzaba su desmotivación. «Iba y venía cuatro días a la semana de mi pueblo a Sevilla en autobús (100 kilómetros), pero me cansé y decidí buscar otra opción», recuerda. Entonces conoció a una amiga que la recomendó en La Rambla, más cercano. Aunque no fue la solución a sus deseos. «Tras aquel año iba a dejar el fútbol, yo sentía ya que quería empezar a trabajar, no me ilusionaba el fútbol, pero ese verano me fui a jugar un torneo de fútbol-sala de 24 horas en Villanueva de Tapia. Allí me vio Manuel Hernández Navarrete y me ofreció venirme al Málaga. Cuando me lo dijo, me devolvió la ilusión». Entonces era la campaña 2016-17, tenía 17 años y el conjunto blanquiazul, liderado por Raúl Iznata, competía en Segunda. Todo iba bien hasta que resurgió en ella la desmotivación por verse alejada de su casa, sin apenas vida social para una adolescente volcada en el deporte y un añadido, sus discrepancias con el entrenador que sucedió a Iznata, Antonio Contreras. «Yo era una niña, tenía 17 años, yo quería ir a la feria de mi pueblo, le pedí a Antonio un fin de semana y me dijo que no, que adónde iba. Yo me fui y lo dejé. Me nublé en su momento y dije que no volvería a jugar», recuerda sobre esa decisión. Y continúa: «Luego me llamaron para que volviera, pero les dije que no. Entre que no me gustaba mucho su forma de entrenar y eso… Si hubiera estado Raúl (Iznata) me hubiera quedado. Muchas queríamos que se quedara».
¿Qué ha sido de su vida desde entonces? Estefa regresó a su pueblo, a sus costumbres, con su gente, y comenzó a abrirse paso en el mundo laboral. «La gente me decía que era tonta, que me arrepentiría, pero me puse a trabajar y a ganar dinero y no me iba mal. En el fútbol femenino sin embargo no se gana dinero», explica. Al no contar con estudios superiores, optó por, coloquialmente, 'buscarse la vida' como camarera en un pub de copas, otro de tapas y raciones, e incluso en hoteles de Mallorca.
Se planteó también trabajar junto a sus padres, en la aceituna, pero un día, por sorpresa, recibió una oferta que no pudo rechazar. «Raúl Iznata (ahora coordinador de la sección femenina) me llamó y me preguntó qué estaba haciendo. Le dije que trabajando. Me ofreció venirme al Málaga y yo no me lo creía, ya no me imaginaba jugando. Yo estaba trabajando. Pero mi familia y mi novio (con el que vive en Málaga) me animaron a volver y yo también estaba ilusionada. Ahora no me arrepiento, estoy feliz», reconoce la atacante, que cada día, poco a poco, va recobrando el ritmo de juego previo a la que fue una precoz despedida.
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