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En la decente temporada que está cuajando el Málaga en su regreso a Segunda, ha existido durante muchos meses un borrón. Una asignatura, una faceta, ... que ha penalizado al equipo en la tabla tras muchos partidos. Puede que la más importante de todas. Se trata del gol (su ausencia), el último eslabón de la cadena de trabajo que es el juego y el que da valor al buen hacer de defensas y centrocampistas, porque sin gol no hay paraíso. En ese sentido, el Málaga ha recibido su 'perdón' particular desquitándose ante el Eldense y sacando adelante un complicado choque en Gijón, que trajo consigo el mejor regalo de Navidad para el equipo: el resurgir de sus delanteros.
De los tres arietes con los que cuenta el Málaga esta temporada, uno, Dioni, se mantiene a la altura de las expectativas con cinco goles, y otro, Baturina, expiró sus pecados en Gijón abriendo su contador particular con un golazo. El último de la lista, Sergio Castel, que llegó a Martiricos con la Liga empezada para apretar y dar competencia a sus compañeros de posición, con la esperanza de que se convirtiera en la referencia del equipo a base de goles, avalado por los números que consiguió en Chipre (16 tantos) y por la gran temporada que cuajó en el Ibiza hace algunos años, se sitúa ahora a la cola de los delanteros del equipo, siendo el único de los tres que, hasta la fecha, no ha vivido ninguna gran noche de fútbol como blanquiazul. Además, la confianza Pellicer en él ha caído con el transcurso del campeonato.
Sorprendió su ausencia en la convocatoria por decisión técnica cara al último partido del año. Pellicer prescindió de sus servicios tras varias semanas cayendo en materia de minutos y participación. Hasta el momento apenas suma 402 minutos en 20 partidos, con sólo dos titularidades, que sale a una media de 20 minutos por partido. Ante el Sporting se quedó en tierra y frente al Burgos y el Eldense no dispuso de minutos.
El último en la rotación de los delanteros cuando la Liga en Segunda llega a su ecuador, cuenta con un solo gol en su casillero personal. Los mismo que Baturina (que sumó otro en la Copa, ante el Estepona), eso sí, aunque el croata transmite otras sensaciones cuando salta al campo y, al contrario que el madrileño, crece en participación y minutos con el paso de los partidos, afianzándose en el once cuando llega el frío a Málaga. Una confianza que se ha visto reforzada con su gol en Gijón.
Lo cierto es que no comenzó mal su temporada, pese a reconocer que aterrizó en la Costa del Sol lejos de su tope físico. En una de sus primeras apariciones como malaguista, ante el Huesca, en la cuarta jornada, enganchó con la cabeza, tras tirarse en plancha, un centro que se acabó estrellando en la madera, haciendo gala de su potencia y envergadura. Y tres semanas más tarde hizo el que hasta la fecha ha sido su único gol como malaguista, en el Nuevo Mirandilla de Cádiz, que sirvió para empatar un partido que se puso negro y que el madrileño 'rescató' con un tanto en el 82'.
Es posible que uno de sus puntos de inflexión llegaran en la Copa del Rey, frente al Estepona en La Línea de la Concepción, cuando se 'borró' tras ver la roja directa por una agresión en un momento del encuentro en el que el equipo no tenía atado el pase a la siguiente ronda. Nada más lejos de la realidad. El derbi copero se planteó como una gran oportunidad para convencer a Pellicer y terminó sentenciándole. A la cola de los delanteros del Málaga, aún cuenta con medio campeonato para darle la vuelta a una situación personal y deportiva compleja, en una temporada en la que todo está saliendo del revés para el ariete madrileño.
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